La nueva plaza de toros de Arnedo es una maravilla para consumar el toreo, tanto desde la óptica del aficionado, como del diestro que se juega la vida frente a los astados. La amplitud del ruedo permite que se desarrollen suertes que antes eran una entelequia: quites, colocación de los toros para las banderillas y ese mágico juego de las querencias, distancias y terrenos. Cada día se acercan al coso unos dos mil aficionados y esta cifra, viendo cómo están las cuestiones económicas y las campañas antitaurinas tan duras de los últimos tiempos, ofrecen bien a las claras la evidencia de que el Arnedo Arena es una gran inversión de cara al presente y el futuro de una fiesta que este año ha vivido capítulos muy desagradables en ciudades tan cercanas como Alfaro y sobre todo, Calahorra. Aquí tipos como Fermín Vioque son pura entelequia. Aquí, es decir, en Arnedo, a puesta por la fiesta más pura, se rinde a la evidencia de los jóvenes novilleros que llegan a la ciudad del calzado hambrientos de gloria pero henchidos de esperanzas, sin esos mangoneos de los falsos contratos o las historias truculentas de lo que no es pero quieren a toda costa que sea. Pero si por si todo esto fuera poco, en el Arnedo Arena se vibra y se percibe como en pocos lugares el toreo bueno, un buen par de banderillas o dos puyazos tan serios como los del quinto y el sexto de la importante corrida de Baltasar Ibán, una ganadería que casi nunca defrauda en esta plaza. Ayer, sobre el ruedo se dirimían muchas cosas, entre ellas el pique que existe entre dos de los mejores novilleros del escalafón: el clásico y valiente Jiménez Fortes y el salmantino de Ciudad Rodrigo con vitola de figura, Juan del Álamo. En el primer novillo de la tarde, Saúl Jiménez, hijo de la torera Mary Fortes, dejó sobre el tapete su gran condición de torero, su temple, la calidad con la que hace volar las telas y una colocación, que en estos tiempos de toreo rápido y de perfil, hizo disfrutar a los aficionados más clásicos. Jiménez Fortes está adornado por ese valor que apenas se ve porque no vende un ademán, pero disfruta pisando los terrenos más comprometidos sin importarle las veces que se le coló el novillo. Se llevó alguna voltereta, ni se miró y aunque la faena se fue esfumando por las pocas fuerzas del toro, dejó una gratísima impresión. El segundo de la tarde embestía rebrincado por el derecho, sin embargo Juan del Álamo logró tres series excelentes al natural en las que la afición arnedana se entregó berreando de verdad en cada muletazo. Una faena medida la suya que fue premiada con una oreja de peso. Pero sin duda, lo mejor de la tarde vino en el cuarto, un novillo serio e importante que embestía por el izquierdo con una profundidad inaudita. Fueron dos tandas de naturales auténticas, coreadas, seguidas con pasión… Y no dio más porque se enredó en circulares y en un toreo más vistoso que fundamental. Apunten este nombre: Jiménez Fortes, porque tiene el toreo en la palma de la mano, lo siente, no le gusta venderlo y le adorna el temple.
o 3ª Novillada de la Feria del Zapato de Oro. Media entrada. Novillos de Baltasar Ibán, bien presentados. De buen juego, en general. El cuarto, con clase. Los dos primeros, con casta. Jiménez Fortes: vuelta tras aviso y vuelta. Juan del Álamo: oreja y silencio tras aviso. José Miguel Valiente: silencio en ambos.
o José Pedro Orío, Riojano Ilustre, en el palco del Arnedo Arena. José Pedro Orío, Riojano Ilustre de 2010, y la persona que logró convencer a José Tomás para que viniera a la inaguración del Arnedo Arena el pasado 20 de marzo, presidió ayer la corrida: «Todo lo que sea ayudar a esta ciudad es mi meta», comentaba ayer minutos antes de subir al palco. Orío, que se siente buen aficionado, sabe la repercusión que puede tener en el toreo una decisión del presidente: «En Arnedo la presión no se puede comparar a la que se puede vivir en una gran feria con las máximas figuras. Lo que se trata es de hacer las cosas bien e intentar pasar lo más desapercibido posible. En ocasiones, y por experiencia en otras plazas, prefiero pecar por dar que por quitar, pero siempre dentro de un orden», sonríe. Orío, además, se siente muy orgulloso del nuevo coso: «A todo el mundo llama la atención no sólo por su comodidad, sino por algo realmente difícil de conseguir y que en este recinto se ha resuelto de maravilla: unir la modernidad actual sin perder la esencia. La plaza tiene sabor y no resulta tan fría como otros edicificios nuevos. El juego de colores y la cubierta de madera la dotan de una calidad muy es pecial que resulta muy agradecida para los espectadores. La gente, además está respondiendo con muy buenas entradas». Este artículo lo he publicado hoy en Diario La Rioja, la foto es de Poyatos.
o Vídeo de Burladero.com de la tercera novillada de Arnedo.