EL YUNQUE, EL CANTE MÁS DESNUDO
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Foto: Alfredo Iglesias |
Ricardo Losada ‘El Yunque’ protagonizó un concierto bellísimo en la Casa de Andalucía el viernes en la inauguración del Ciclo Flamenco organizado por la empresa de informática Knet. Flamenknet, que así se llama el abono, se trata de un evento interactivo que se puede disfrutar en Internet en tiempo real y en el que se sugiere mediante votación electrónica a través de varios Ipad al propio cantaor el palo con el que culminar el concierto. Sorprendente y arriesgado experimento, sin duda; pero divertido y frugal porque fue el postre de ese manjar que es el cante de un artista que está fuera del tiempo, del comercio musical de los estilos más pegadizos pero que representa como pocos el clasicismo señero del cante flamenco más desnudo, más auténtico, más inmemorial. ‘El Yunque’ es un cantaor poderosísimo, largo como los toreros de amplio repertorio, profundo, cabal, inusitadamente melismático, dulce cuando se lo propone, arrebatador cuando le da la gana, bélico en ocasiones, sencillo e íntimo cuando se agarra al tremendismo social de los fandangos naturales y deja a la concurrencia a un paso del llanto, si es que no la anegó por momentos en el llanto mismo. Tres veces ha venido a Logroño este cantaor de Madrid y en las tres ha triunfado merced a la armonía sincera de su garganta y al rajo amplio de su conmovedora pasión flamenca, de un enciclopedismo para nada empalagoso. A su manera, Ricardo es un intelectual del flamenco, un conocedor de lo más hermético, de los ecos insondables que no se ha llevado el tiempo y que el guarda con mimo en una fastuosa colección de discos de pizarra. Son los incunables del cante, y él es uno de sus verdaderos guardianes. El viernes estaba rodeado de nuevas tecnologías, de un simpático coro rociero que dejó tres pinceladas antes de su actuación, y de un sonido que mejoró espectacularmente a medida de que el concierto iba creciendo en longitud y magma… y al cantaor le dio igual, porque no se desvaneció su entrega ni un momento, ni en la soleá, ni en la malagueña ni en una preciosa siguiriya con la que logró instantes estremecedores y profundos. Ricardo Losada sabe que el flamenco llega por empatía, pero como está dotado de un manantial de voz infinito, es capaz de juguetear como un niño con las vocales, con los tiempos, con el silencio. El cante también es silencio, también es saber respirar a tiempo entrecortando los ecos y dibujando los tiernos tercios con ese fabuloso metrónomo que es el compás. Se fue por Cádiz en las cantiñas de una cantaora que le recordaba a su abuela; paseó por Punta Umbría con el aroma de Paco Toronjo y de Huelva casi desplegó una cartografía. La bujería fue el palo elegido con la magia de Internet, hasta con decimales nos enteramos de la decisión del público. Y Ricardo sonrió, cantó a compás a sabiendas que había vuelto a triunfar en Logroño. El próximo viernes actúa Paco del Pozo, un cantaor de Madrid joven y poderosísimo que también ha deleitado a La Rioja en más de una ocasión. No se lo pierdan. o Esta crónica la he publicado hoy en Diario La Rioja.
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