Manuel Molés maneja el toreo a su antojo. Decir esto no supone ninguna novedad tal y como quedó demostrado ayer cuando dio “sus” candidatos para la sustitución de Cayetano en Bilbao. Lo maneja porque le hacen caso; le hacen caso porque lo maneja, lo diseña, lo propaga, lo publicita y lo manosea hasta el vómito.
Ayer en Bilbao, un torero, Sergio Aguilar, se jugó la vida y llegó Molés y le censuró por arriesgar: “No debería haber dado esa tanda porque era innecesaria”, repitió como si él supiera que el toro de Alcurrucén le iba a coger. Un torero en el ruedo es algo sagrado y nadie mejor que Sergio Aguilar sabía hasta dónde tenía que arriesgar. Y el toreo es riesgo, es jugársela, se pasar esa raya que Molés –y yo mismo– seríamos incapaces de imaginar aunque mil veces hubiéramos nacido. Incapaces. Pero él con su bigote y su cohorte de consejeros y aduladores ofrece lecciones de dignidad a mil euros por hora, o más, porque ése es su verdadero problema.
Calla Molés lo que quiere callar porque no se atreve a decirlo y habla sin parar de dignidad, de categoría, de Democracia. Vaya, ahora Molés es rojo y digno; ahora Molés se pone chupas guapas y va de progre…. Bilbao vivió en la tarde de ayer una corrida memorable, una corrida de las que hacen afición por la seriedad de unos toros impolutos como alfileres y tres toreros valientes que se la jugaron. Sin embargo, a Molés se le volvió a ver el bigote con Luis Bolívar y sus intereses en el tercero de la tarde, un torazo de Alcurrucén que, sencillamente, se fue sin torear. Era uno de esos típicos toros de Núñez de cara o cruz, de cite en corto, de colocación cruzada. Bolívar no pudo. Empezó muy bien por abajo pero el toro se lo merendó a pesar de todo lo que decían Caballero, Antoñete y Molés. Un toro de apuesta que pasó sin pena ni gloria y una oreja más que tenue del colombiano en una tarde que tenía que haber sido para él. Pero Molés, con su verborrea, con sus adjetivos, con onomatopeyas… acabó salvando y colocándolo en el pedestal de los héroes.
Molés no tiene problemas con la realidad, cuando no le cuadra se la inventa.