En Arnedo, cuando tuve la oportunidad de verlo de novillero, me impresionó por su quietud a pesar de que no contó con utreros propicios para el éxito.
Atisbo en su toreo mucha profundidad, mucha quietud y un valor seco y sereno. Espero que los empresarios, tan monocordes y monótonos, no lo despeñen como han hecho con muchos otros.