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Hay una expresión sumamente metafórica en la manera de concebir cada lance: se explica a sí mismo pero es capaz de compendiar gran parte de la historia del toreo en apenas unos inacabables instantes en los que se citan la embestida del toro, el capote, la yema del torero, su corazón y su cerebro.
Morante es cerebral, amigos. Le surge así el toreo porque lo ha estudiado, porque lo ama y lo mama hasta convertirse a sí mismo en puro toreo, en una especialísima criatura que se mueve toreando al torearal toro en la distancia, en la lejanía y en la prontitud de sus aromáticos cites en los que sobrevuela sin apenas esfuerzo tantos años de evolución.
Morante cambia la velocidad de la embestida porque manda en el toro con la precisa y milimétrica fragilidad de ese empaque gigante con el que acompaña con el pecho el último resquicio del capote.
Es la suya una arquitectura modélica, una construcción rocambolesca en estos tiempos de destajismo, pero totalmente necesaria cuando se descubre así, tan pura como en esta memorable corrida de la Beneficencia.
o Apuntes varios: Me ha gustado la corrida de Cuvillo, no tanto como la de Bilbao de hace unos días, pero con un toro excepcional, el tercero, el de los quites. Había que cortarle las orejas sí o sí. El primero de Cayetano también me ha gustado y el lote de Morante ha sido, de lejos, el más deslucido, aunque también ha embestido
o Daniel Luque: Admirable su competencia con Morante en los quites. El tipo tiene amor propio, torea muy bien y ha dado muestras de generosidad y arrojo. Aunque debería haber apostado más en su primero. (La vuelta al ruedo la ha dado a la velocidad del rayo. ¿Por qué?).
o Cayetano: Gran quite por gaoneras precedido por la larga, aunque insuficiente (muy insuficiente) con la muleta: insípido, predecible, despegado, aunque eso sí, elegante al máximo...
Foto: Carlevaris |