Admiro a Luis Francisco Esplá por toda la dignidad con la que ha llevado su carrera de matador de toros; lo admiro por su torería, que no se atenuaba nunca, aunque cayeran chuzos de punta. Pero el domingo la cosa fue absolutamente intolerable en ese espantajo de alternativa que concedió a su hijo Alejandro en un espactáculo lamentable de toros alicaídos, de toros amordazados de Juan Pedro Domecq y de comentaristas televisivos ciegos, sordos y mudos. Por un hijo se puede hacer cualquier cosa, barrunto como padre que pensó Esplá, que esa misma mañana dudaba en una fabulosa entrevista de Rosario Pérez en Abc de que su hijo tuviera posiblidades de llegar a ser figura del toreo. Quizás por eso alucino más con la corrida y su planteamiento, con la nimiedad de una corrida elegida a dedo: "Es un milagro ser figura", dice Esplá; pero es una obligación irrenunciable ser torero y consecuente con la profesión, creo yo.
PD: Me ha sorprendido (aunque menos) el alborozo bloguero que ha suscuitado la alternativa y también el silencio de otros que tantas veces hablan (y no callan) ante la infamia taurina perpetrada. Vergüenza de toros, vergüenza de espectáculo e intersadísimo silencio de muchos.
o Esta foto es obra de Juan Pelegrín, la he encontrado en su blog, y en ella se ve al maestro Luis Francisco, pensativo, mientras toreaba su hijo Alejandro a uno de los filiformes astados de Juan Pedro Domecq.