Zapatero compareció ayer en el Congreso y sacó la tijera. Mejor dicho, la sacaron al alimón Ángela Merkel y Barack Obama (inopinados responsables de la cosa económica de este país), quienes habían llamado con su Iphone a José Luis y le insinuaron (esto es un eufemismo) que dejara de hacer el Don Tancredo; es decir, que ejerciera de presidente tomando medidas duras y necesarias para no hundir la economía en el agujero negro de la recesión permanente a la que nos dirigimos, ante el estatismo de La Moncloa, su presi, sus vice-presis, el señor de Andalucía del que apenas se sabe nada y los escandalazos garzonitas y gurtelianos como tétricos telones de fondo a menos de 50 días de que nos suban el IVA. Sin embargo, como a nuestro atribulado presidente las ideas (contradictorias o no, ¿qué más da?) le brotan sin conflicto, el problema no ha hecho nada más que comenzar. Para salir del fondo del Cañón del Colorado es necesario afrontar verdaderas reformas estructurales, desde esa barbaridad de gasto público que impide cualquier política real de crecimiento (y la más mínima viabilidad del gasto social), a una reforma laboral dura pero absolutamente necesaria para imprimir a las empresas ese afán que tanto hablaba ZP cuando estaba en la oposición: la productividad. Se trata de crear riqueza, de apoyar a los emprendedores, de dar libertad al comercio, de no imprimir una y otra vez en el BOE medidas restrictivas, de no hacer del Estado un mero recaudador para sacar adelante el pago sin freno de prebendas y planes con la manida coartada electoral de fondo. La crisis es del propio sistema: o se cambia el modelo o el estado de las cosas tal y como las conocemos se hace añicos. ZP lo sabe, aunque esconde la cabeza en la urna; Mariano también lo sabe, pero el problema es que quizás no quepa en el traje de Camps.
o Este artículo lo he publicado hoy en Diario La Rioja en una serie que sale los jueves y que se llama Mira por dónde.