En La Rioja existen todos los medios para atender a un torero en un percance como el que sufrió José Tomás en Aguascalientes
Nunca se podrá saber a ciencia cierta lo que hubiera sucedido si el toro Navegante de la asaltillada ganadería de De Santiago le hubiera propinado la cornada a José Tomás en un coso taurino de La Rioja, pero está claro que las cosas hubieran sido muy diferentes porque los protocolos de actuación de los médicos españoles son muy distintos a los mexicanos y porque si el percance hubiera sucedido en La Ribera, el diestro después de haber sido estabilizado se le hubiera intervenido en el quirófano de la misma plaza, tal y como sucedió con los tres matadores que han sido operados en el nuevo coliseo desde que fue inagurado en 2001: Víctor Puerto, Domingo López Chaves y Miguel Abellán. Miguel Fernández, cirujano de las plazas de Logroño, Haro y Calahorra –entre muchas otras–, asegura sin ambages que «materialmente en nuestra comunidad se puede afirmar que existen todos los medios necesarios para atender a un torero en un percance de estas características». En el caso de la cogida reciente de José Tomás, la fuerte hemorragia, su brutal relevancia mediática, la lejanía y las declaraciones de personas de su entorno han generado una fortísima convulsión informativa a la que se han unido la posible precariedad de la enfermería –no confundir con un quirófano–, los protocolos médicos, y las peticiones que se realizaron por megafonía para pedir sangre para el matador herido. Un gran lío. Sí, pero con el torero, afortunadamente, vivo y recuperándose para volver a los ruedos.
Prácticas médicas diferentes. Otra cosa que diferencia las prácticas españolas de lo que realizó el equipo médico que está tratando a José Tomás en Aguascalientes es la emisión del parte facultativo. En Logroño se ofrece al acabar la operación y en Madrid, por ejemplo, se coloca en un anaquel en la puerta de la enfermería lo más rápido que se puede. En el caso de la cornada al torero de Galapagar tardó la friolera de cinco días y estaba redactado en estos términos: «Herida en la cara interior del tercio superior del muslo izquierdo, de unos 20 centímetros y varias trayectorias, que interesó piel, tejido celular subcutáneo, masa muscular, seccionando la arteria femoral profunda, lacerando la arteria femoral superficial y la vena femoral. Fue estabilizado en la enfermería de la Monumental de Aguascalientes y trasladado al Centro Hospitalario Miguel Hidalgo para ser intervenido. Se realizó reparación de los vasos lesionados, así como la reconstrucción de los tejidos blandos afectado. Ingresó al área de terapia intensiva, donde permaneció 72 horas, y posteriormente fue trasladado a planta. La evolución del paciente está siendo muy satisfactoria. Su pronóstico es reservado, y salvo que surjan complicaciones, se estima que tardará en sanar unos quince días». Miguel Fernández asegura que, «sin contar con un parte médico fidedigno, no se pueden sacar conclusiones concretas, pero se me pusieron los pelos de punta al escuchar informaciones en las que se decía que se pidió sangre por la megafonía». Según el cirujano de la plaza de La Ribera, «la transfusión de sangre es un acto clínico muy complicado que exige la realización de pruebas cruzadas y la posibilidad, si se realiza directamente, de transmitir alguna enfermedad de carácter infectocontagioso». El doctor Fernández subraya que «incluso cuando necesitamos sangre en nuestros propios quirófanos pasa un tiempo prudencial en el que se realizan este tipo de pruebas de compatibilidad». Además, sobre las transfusiones, el doctor Fernández explica que «existen soluciones que reexpanden la volemia -volumen total de sangre circulante en un ser humano- y que pueden sustituir temporalmente la transfusión». El facultativo destaca que se trató de una herida «muy sanguínea» y que la actuación de los médicos mexicanos consistió en estabilizar al herido; cortar las hemorragias y después trasladarlo al hospital para realizar la intervención.
El apoderado del diestro, Salvador Boix, declaró a Efe al día siguiente de la cornada que el estado de la enfermería de la plaza de Aguascalientes era «sustancialmente mejorable» y que son asuntos que hay que hablar «porque son temas muy serios que no afectan sólo en este caso».
Y en La Rioja qué...
Pero, ¿en qué condiciones se encuentran las enfermerías de las plazas de toros de La Rioja? La verdad es que la respuesta es más que satisfactoria. Este reportaje se ilustra con los quirófanos y enfermerías de las principales plazas de toros de La Rioja: Logroño, Calahorra, Arnedo o Haro, además del quirófano móvil de Nájera. Desde abril de 1991 se considera infracción muy grave el incumplimiento de las medidas sanitarias o de seguridad exigibles para la integridad de cuantos intervienen o asisten a los espectáculos taurinos. De hecho, todas las plazas deben disponer de un servicio médico-quirúrgico próximo al redondel y con el acceso más directo e independiente que sea posible. Los servicios permanentes (con locales fijos) incluyen: sala de reconocimiento y curas, sala de esterilización y lavado, quirófano, sala de recuperación y adaptación al medio y aseos. Los servicios móviles precisan de un local, construido, prefabricado o portátil, y su equipamiento y características dependen del jefe del Servicio. Dependiendo del tipo de festejo y de la edad de las reses (mayores o menores de dos años), dicho facultativo será el responsable de determinar las necesidades del material, instrumental y medicamentos necesarios. El equipo de médicos que se desplaza a una plaza riojana consta de un cirujano jefe, otro cirujano ayudante, un anestesista reanimador y un médico. Aunque en el caso de novilladas sin picar se reduce a un cirujano jefe y un ayudante.
La enfermería de la plaza de Logroño cuenta con quirófano, sala de recuperación y de curas, lavabos quirúrgicos, además de sistema de gases centralizado con aire acondicionado en todas las dependencias e incluso un cuadro eléctrico con instalación generadora auxiliar. En Calahorra las dependencias se encuentran adecuadas en gran parte a las necesidades, aunque se transporta el material médico y anestésico. La enfermería de Haro tiene defectos de localización por la proximidad con los corrales, se transporta el material médico-quirúrgico y se complementa con una evacuación por medio de una UVI-Móvil con soporte vital avanzado. El Arnedo Arena, la plaza más nueva de todas, está muy bien dotada con un quirófano rescatado del viejo Hospital San Millán de Logroño.
La cornada más grave en La Rioja fue la de José Antonio Campuzano en Calahorra en 1984. De todas las cornadas que se han vivido en La Rioja en los últimos años destaca poderosamente la que recibió José Antonio Campuzano en la plaza de Calahorra en 1984. El cirujano fue Antonio Domínguez, que relataba así en Abc la gravedad del caso: «El toro lo prendió por la ingle, pero no nos dimos cuenta de la tremenda gravedad. Entró a la enfermería en muy buen estado y quería volver al ruedo, pero al quitarle la ropa y proceder a la exploración del abdomen vimos una hernia visceral que sin duda demostraba que el pitón había penetrado en la cavidad abdominal. Como la operación iba a ser muy laboriosa, trasladamos al torero a la clínica Los Rosales». Domínguez hizo un gran trabajo y Campuzano reapareció en San Mateo. Calahorra fue escenario de la primera gran cornada de 'El Juli', el 30 de agosto de 1999. La cogida se produjo en el sexto toro de la tarde y afectó a la región postero lateral del muslo derecho, con dos trayectorias, una de 20 centímetros y otra de 10. Fue atendido en la enfermería del coso por Miguel Fernández, quien declaró que «en el sopor de la anestesia, 'El Juli' no paraba de decir que quería ser el número uno». Posteriormente, fue trasladado al Hospital San Millán. En la nueva plaza de Logroño ha habido tres matadores heridos por asta de toro y operados: Víctor Puerto, Domingo López Chaves y Miguel Abellán. Sin embargo, Miguel Fernández recuerda cómo la cogida más dura fue la que sufrió un monosabio en una corrida con toros de Alfonso Navalón en Haro a principios de los años 90.
o Miguel Fernández, cirujano de las plazas de Logroño, Calahorra y Haro: «Las enfermerías mejor dotadas son las que tienen un hospital cerca». Explica Miguel Fernández, cirujano de la plaza de toros de Logroño, Calahorra y Haro y que ha intervenido a diestros como 'El Juli', Miguel Abellán, Víctor Puerto o Domingo López Chaves, que existe una curiosa paradoja: «Las enfermerías mejor montadas son las que tienen un hospital de referencia cerca. De hecho, todas las enfermerías que se montan en plazas fijas se adaptan al festejo y a sus necesidades, e incluyen la existencia de un sistema de evacuación con soporte vital avanzado». El doctor Fernández sostiene que en ocasiones «existe cierta despreocupación, desde el punto de vista empresarial en cuanto a la modificación de espacios y mejoras en dependencias y servicios tanto por la temporalidad de las empresas taurinas como por la poca receptividad de ayuntamientos». Otra cuestión que destaca el cirujano logroñés es que es costumbre en España -avalada con mejores resultados- la asistencia en el quirófano. Por el contrario, «en Francia y en muchos países hispanoamericanos predomina una reanimación del paciente y un posterior traslado al centro hospitalario. Pero el tratamiento, tanto en las permanentes como en las temporales o móviles (sobre todo en estas últimas), se basa en una correcta estabilización del trauma inicial, con una posterior evacuación al hospital de referencia». Eso sí, Fernández asegura que por muchos medios que existan, hay varios tipos de cornadas o traumatismos que pueden desembocar en una muerte inmediata», tal y como le sucedió a Manuel Montoliú en Sevilla o a 'El Yiyo' en Colmenar, donde el cuerno llegó al corazón y causó heridas irreversibles.
o Este reportaje lo publiqué el domingo 2 de mayo de 2010 en Diario La Rioja.