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| Cubilón. nº 59. Puerto de San Lorenzo. www.burladero.com |
Una gran corrida del Puerto de San Lorenzo pone en evidencia a El Cid, Castella y Rubén Pinar
Una corrida de toros del Puerto de San Lorenzo; mejor dicho, un auténtico corridón con presencia, cuajo, pitones y sobresalientes embestidas fue brutalmente desaprovechada por El Cid, Sebastián Castella y Rubén Pinar, que no fueron capaces de acoplarse con semejantes astados. Quizás, el mejor, por ser el más claro, fue el sexto, un cinqueño extraordinariamente bello, acarnerado, largo de viga, bajo de cruz, un punto veleto, que sumó a su entrega un punto de dolicidad extraordinario que le llevó a derrochar embestidas de ensueño. Sin embargo, el lote de El Cid fue de Puerta Grande, tanto el noble primero -que no consintió ninguna violencia con la muleta- como el más exigente cuarto, que tuvo un pitón izquierdo maravilloso. Tampoco le anduvo a la zaga el nobilísimo primer toro de Sebastián Castella, de mucha clase, encastado y al que maltrató en una faena que comenzó bien pero en la que demasiado pronto abusó de esas cercanías recurrentes del francés. El peor de la corrida, por flojo, fue el quinto y el tercero, en otras manos, hubiera sido de lío. Excelente corrida de Lorenzo Fraile, bellísima por cuajo, por igualada, en incluso por baja. Imponente alguna de sus arboladuras y exigente por encastada en la muleta. Sin duda, y hasta el momento, el mejor envío ganadero de la feria de San Isidro, cosa nada fácil viendo lo que se ha visto hasta el momento, pero recibida por alborozo por los buenos aficionados.
EL CID, AFLIGIDO
A pesar de que cierta crítica y muchos comentaristas continúan colocando paños calientes sobre el gran torero de Salteras, lo cierto es que el sevillano se va de Madrid con un balance precario y lo que es peor, con la sensación de que es incapaz de remontarse a sí mismo y de recuperar todo el tiempo perdido. No entendió en ningún momento al noble primero, con el que siempre se colocaba fuera en cada serie, y pasó las de Caín con el cuarto, un toro exigente, pero agradecido, con el que no fue capaz de dejar la muleta muerta con la mano izquierda para tirar de él y ligar los lances de cada serie. Le cuesta un mundo quedarse en el sitio y como es un torero transparente, se le nota a la legua.
CASTELLA, MÁS DE LO MISMO
Valentísimo en un quite por Gaoneras al primero de El Cid. Ahí se acabó todo. En el primero de su lote, un astado que pedía claramente la media distancia, recurrió al encimismo y se embarulló en una de sus particulares faenas tantas veces repetidas. Con el valor que tiene da mucha rabia verle siempre en la misma tesitura. Desaprovechó un toro extraodinario que le dio después un susto brutal colocandolo para entrar a matar. El quinto fue un inválido y abrevió.
RUBÉN PINAR, RUDO Y POR LAS PERIFERIAS
El torero de Tobarra tuvo en su muleta el mejor toro de la corrida, el sexto, un animal precioso, humillador, encastado, noble, con gran codicia en la muleta y un montón de virtudes más, como la profundidad y un puntito de mansedumbre para abrirse en cada muletazo yéndose hasta el infinito y más allá. Pinar no le cogió nunca el aire porque lo toreó por las estribaciones, descomponiendo la figura, sin llegar nunca a llevar enganchado y por debajo al animal. Es muy rudo en su estética aunque ha mejorado con respecto a otras temporadas. Una pena.
Con el primero de su lote, muy noble pero un punto soso, pasó desapercibido, aunque para mí el toro derrochó varias tandas de embestidas sensacionales.
13ª DE LA FERIA DE SAN ISIDRO
Toros del Puerto de San Lorenzo, de bellísimo trapío y buen juego, excepto el quinto por inválido
El Cid: estocada trasera y descabello (silencio). Estocada desprendida (silencio) Sebastián Castella: dos pinchazos y media estocada. Un aviso (saludos). Dos pinchazos y estocada corta. (pitos) Rubén Pinar: Bajonazo (silencio). Bajonazo (silencio).
