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| De Justo, tres avisos. Paloma Aguilar |
La feria de San Isidro acapara todos los despropósitos, pero el de la corrida de ayer tuvo connotaciones cadavéricas: la plaza a reventar de espectadores, toros que inopinadamente embisten, tres diestros modestísimos en incapaces y una empresa, Taurodelta, que se llevó un verdadero pastizal mientras los comentaristas de Canal Plus no decían ni mú sobre el atraco al que fue sometida una afición que llena día a día la plaza y a la que se maltrata con una suficiencia absolutamente intolerable.
No es de recibo contratar a semejantes toreros un domingo de San Isidro, mirar para otro lado y hacerse rico a la vez mientras otros especulan con el dinero que se lleva José Tomás, por ejemplo. Ayer se llevó la pasta a paletadas Taurodelta y no vi a nadie de la empresa exponer las femorales: tres toreros de saldo para un domingo primaveral en Las Ventas, con las banderas echadas y el público merendando ante su indolencia.
Madrid tiene seis letras (M-A-D-R-I-D) y una empresa que raya con sus actuaciones la obscenidad a la hora de plantear una feria de la que sólo parece querer extraer una consecuencia: la económica. ¿Por qué no van mejores ganaderías o toros con mejores hechuras?. Por la pasta; es decir por el poco dinero con el que pagan a las mejores divisas y dentro de ellas, a los toros con mejor remate, con mejor tipo.
Y nadie, o casi nadie, dice nada
