Para Ovi de Francisco la vida está siendo algo muy serio, un singular campo de obstáculos en lo profesional y familiar que ha ido sorteando con especial tino y con un corazón de hierro que le ha empujado siempre a plantar cara a pesar de que las cosas venían, de cuando en vez, muy mal dadas. Ella fue una pionera del periodismo gráfico en La Rioja, como lo fue Alice Guy Blaché, la primera cineasta; o Amelia Earhart, quien antes que nadie atravesó el Océano Atlántico en solitario. Ovi no volaba, pero es algo así como la madre de todos los reporteros gráficos de La Rioja, una mujer para nada convencional que a mediados de los años sesenta comenzó a ser los ojos y casi el corazón de una región que comenzaba a desperezarse del letargo de la posguerra. Donde había algo, estaba ella; dónde saltaba la noticia, aparecía con su cámara, con sus rollos y con todo el corazón de una mujer coraje que se sobrepuso al peor de los machismos, ese de provincias tan repelente como rutinario que tuvo que sufrir sin venirse abajo.
«Me quedé viuda con tres hijos de dos, tres y cinco años. Mi marido Gabriel Alberola, ‘Albe’, llevaba la profesión muy dentro y yo al verme en esa situación tomé la decisión de proseguir su camino. Hice un curso en TVE en Madrid, en eso tuve mucha suerte, y debuté en una romería en Clavijo el 25 de julio. A la gente le parecía inaudito una mujer reportera. Mira, ahí va la de ‘Albe’, decían, pero fue muy duro porque a mucha gente le sentaba muy mal y porque más que ayudarme, tuve que soportar muchas trabas, mucha incomprensión».
Ovi de Francisco tuvo muchos problemas en la plaza de toros y en la vuelta ciclista: «Había un delegado, un tal Frías que me hacía la vida imposible y no me quería dar las acreditaciones; me buscaba siempre las vueltas, hasta que un día me planté en el despacho del gobernador y logré los pases sin problema; pero él siempre estaba ahí, fastidiando», recuerda. También se las tuvo en alguna vuelta ciclista: «Era increíble, pero no me querían dejar subir en moto para trabajar. Es estos casos siempre me crecía porque no toleraba que nadie jugara con el pan de mis hijos».
Ovi, que ahora vive jubilada, tranquila y dedicada a su familia, trabajó en todos los medios de esta región, tanto haciendo fotografías como grabando imágenes para TVE. Y aunque está muy tranquila, conoce la precariedad de muchos profesionales: «Sigue siendo duro ser periodista». Sin embargo no se le olvida ni un segundo de la tragedia que le costó la vida en 1979 al mayor del sus hijos, Gabriel, que también heredó la profesión y que se mató en un accidente aéreo cubriendo un raid de aviación en Cantabria: «Yo estaba filmando una regata y él, en el cielo. Pero era un caso porque con trece años ya tenía claro que quería ser reportero, igual que mis hijas, que lo mamaron en casa casi desde recién nacidas».
o QUÉ FUE DE... OVI DE FRANCISCO es un reportaje que he publicado en Diario La Rioja.