viernes, 30 de abril de 2010

La Rioja, emociones en primavera

Seis rutas para perderse por la tierra del vino, disfrutar de su gastronomía, de sus castillos e iglesias y de paisajes memorables / Este reportaje lo he publicado en el suple Viajar de ABC.

La Rioja simula en su perfil un fabuloso animal mitológico en el que su imaginaria columna vertebral sería el río Ebro, que a modo de espinazo recibe el consuelo de seis afluentes que configuran el relieve de una tierra feraz marcada por la mano de los hombres que han moldeado los paisajes del vino y las montañas lejanas que expanden su fulgor desde las cumbres de Cebollera hasta el remanso de los siete valles. Serranías azarosas y laderas donde crepitan ahora miles de pequeños majuelos que despiertan a la vida con la tan ansiada primavera de la mano. Y precisamente, para conocer a fondo el espíritu abnegado de las piedras del Románico, las entrañas donde florece el vino en parsimoniosos envejecimientos –el vino reposa y cuando duerme sueña-, las almenas apenas inamovibles de los castillos fronterizos de La Rioja de la Reconquista, para comer bien, o sencillamente para ir con niños de aventura, la Consejería de Turismo ha puesto en marcha seis nuevas rutas por estos parajes con el fin de ofrecer a los viajeros propuestas temáticas diferentes y complementarias, un turismo a la carta en el que definitivamente la gastronomía juega un papel esencial. La primera ruta nace en el Museo de la Cultura del Vino de la Dinastía Vivanco en Briones, un lugar casi inexplicable por lo grandioso del concepto, tanto arquitectónicamente como en el contenido de los diferentes espacios en los que se muestra todo lo imaginable en relación con el vino: desde una increíble colección de sacacorchos, a estelas griegas o cuadros de Picasso. En esta Ruta del Vino por La Rioja Alta se realizan catas, paseos por zonas de chiquiteos y pinchos de Haro (La Herradura) o Logroño (calle Laurel y San Juan) o se penetra en el interior de los fabulosos guardaviñas, que como megalitos inmemoriales dotan los paisajes de una extraña sensación de irrealidad. Otra ruta viaja por La Rioja Baja, y parte desde Ausejo visitando las bodegas de Alicia Rojas, una antigua azafata de Iberia que dispone de una de las fincas más bellas de La Rioja, con olivos, cereal y paisajes de media montaña en el misterioso Valle de Ocón. Desde allí se viaja a la zona más mediterránea de La Rioja: Calahorra con su recién estrenado Museo de las Verduras o el Ninfeo Romano del vino de Alfaro, la vieja Gracurris, con su alucinante colegiata que alberga la colonia de cigüeñas más amplia de Europa. Los castillos también siluetean el perfil de La Rioja desde el cielo: los hay de todas las épocas, tamaños y estilos. Uno de los más bellos es el recién remozado de Aguasmansas, prosigue con el de Clavijo, escenario de una batalla casi mitológica y desde el que es fácil acceder a las ruinas del Monasterio de Monte Laturce, uno de los lugares más recónditos y bellos de La Rioja. Desde allí no es complicado llegar a San Vicente de la Sonsierra, encaramarse a su fortaleza y contemplar los sinuosos meandros del Ebro introduciéndose mansamente en el tuétano de un valle alfombrado de viñas.

Rutas a caballo o entre dinosaurios. Una de las propuestas que más llaman la atención son las que propician intercambios de sensaciones entre el paisaje y los hombres. Varios operadores ofrecen rutas a caballo en paisajes tan singulares como los viñedos o viajes en globo para disfrutar desde la aerostación a la vera de la Sierra de Cantabria de auténticos regalos para las miradas más exigentes. Los niños, para los que se han desarrollado varias propuestas específicas, gozarán al máximo de la Ruta de los Dinosaurios, que se extiende por la parte más desconocida de La Rioja Baja, desde el Centro Paleontógico de Enciso hasta los yacimientos de Cornago, Munilla o Igea. Otras dos propuestas mágicas hacen un recorrido increíble en el tiempo: desde el asentamiento prerrománico de Contrebia Leukade al modernísimo museo Würth. Pero también existe espacio para el turismo de aventura por la Sierra Cebollera o, sencillamente, para descubrir cómo se realiza una almazuela en los talleres artesanales de la pintoresca villa de Ezcaray antes de pasearse por sus antiguas aldeas e imaginarse cómo vivían los hombres antes de la llegada de la luz eléctrica.

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Blog de ideas de Pablo G. Mancha. (Copyleft) –año 2005/06/07/08–

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