La bailaora granadina trae esta noche al Bretón la danza clásica del flamenco en un espectáculo «para que el público se emocione»
«Me alucina cantar; de hecho soy una cantaora frustrada», dice Eva Yerbabuena, la excelente bailaora granadina que esta noche (21 horas) pondrá fin en el Teatro Bretón a la XIV edición de los Jueves Flamencos.
- ¿Por qué cree que la danza flamenca llega a más gente que el cante o que incluso el toque?
- Es complicado dar la respuesta exacta; yo a veces tengo la impresión de que los bailaores nos transformamos en el escenario en una especie de escudos donde se ven reflejados las emociones y los sentimientos de las personas. En el arte no es cuestión de entender; lo básico es sentir emociones, dejarte llevar por lo que se propone en el escenario hasta llegar a lo más íntimo. Yo soy una profunda enamorada del flamenco y en mis espectáculos no me gusta que se hable de eso de cantar para atrás y cosas así. Hay mano a mano por bulerías y la guitarra juega un papel crucial. En ocasiones existe una especie de miedo al flamenco porque hay personas que piensan que no lo van a entender... y luego, pongo un ejemplo, escuchan a Enrique Morente y se quedan alucinados. El flamenco es amplísimo y tiene una diversidad de registros increíble. No conviene quedarse reducido a una sola cosa.
- ¿Por qué tomó la decisión de ser bailaora?
- Eso es algo muy mágico. Había una hermana de mi madre que desde que yo era niña decía que tenía que bailar. Ella se murió muy joven y entonces mi madre me apuntó en una academia. Mi tía había visto en mí algo maravilloso y eso es algo que nunca olvidaré.
- Ser bailaora requiere una exigencia física y una preparación muy fuerte...
- Es cierto, el trabajo es muy duro pero lo es mucho más en el plano mental. Hay que bailar mucho todos los días, desde luego, pero requiere unas dosis de concentración psíquica que lo hace muy exigente desde ese punto de vista.
- ¿Cómo se expresa un sentimiento, un dolor, una alegría o una frustración con el cuerpo?
- Soy una cantaora frustrada... y mi baile es el reflejo de un cante con el cuerpo, intento cantar con mi anatomía, con mi alma. Hay días en los que todo aparece más fluido, otros te rompes por dentro, algunos no sabes exactamente lo que está sucediendo. Obviamente tenemos una técnica aprendida, unos recursos, una formación, pero lo más bonito es cuando bailas prescindiendo sin darte cuenta de todo eso. Y exactamente ahí aparecen todas esas cuestiones.
- En el flamenco Granada tiene un estilo increíblemente bello, una forma de ser marcada por nombres como Morente, los Habichuela, etc... ¿Marca ser de esa tierra nazarí?
- Hay un cantaor que se llama Paco Moyano que dice que cada tierra tiene su sello, como los tomates en la agricultura, que no saben igual según donde se cultiven. En Granada hay dos cosas que están ahí aunque muchas veces no se sepan las razones: la melancolía y un misterio increíble. Me encanta Cádiz, Jerez, Sevilla, cada lugar tiene algo indefinible, pero bellísimo.
- Una vez me dijo Juan Habichuela en una entrevista que él lo que quería ser es bailaor, pero que vio a Farruco y no se atrevió. ¿Por qué cree que muchos flamencos hablan maravillas de cosas que no hacen?
- Es cierto, decía yo lo del cante y creo que se debe a la admiración que sentimos hacia nuestros compañeros. Paco de Lucía se moría por ser cantaor; otros cantaores por los tocaores...
- ¿Qué va a ofrecer esta noche?
- Mucho flamenco. Me gusta que la gente se emocione en su butaca y que disfrute de todo el conjunto de la obra...
- ¿Qué le suele trasmitir el público después en el camerino?
- Que se han emocionado. Eso es lo que más me satisface, que las personas se conmuevan.
o Esta entrevista la he publicado hoy en Diario La Rioja.