En más de 200 páginas se realiza un impresionante repaso por la historia de la estirpe veragüeña centrándose definitivamente en la actual divisa de Prieto de la Cal. Pero no se vaya a pensar nadie que se trata de una simple recopilación de historias y fotos, es un trabajo que parte de la emoción y que transita por la belleza desnuda del toro de lidia en su hábitat, de la gente que lo rodea, de las personas que lo viven como si fueran sus propios hijos, que lo llevan grabado en alma, en su mirada, en los pasillos de La Ruiza. Estoy impresionado por la generosidad del trabajo, por lo indómito de esta gente, por los toros coloraos del Río Tinto en el que se confunde la arcilla con su pelo jabonero pero que es un arcoiris por sus infinitos matices.
Estoy avergonzado, sí cómo no, por no haber conocido esta revista mucho antes y compartir la increíble filosofía del toro, de sus personas, de sus sensaciones, de todo ese universo auténtico que gravita en esas dehesas perdidas en el infinito de la memoria, y ese trabajo geológico nos lo pone ahora en bandeja André Viard, ante el que me descubro porque he llorado leyendo la libreta de José Doblado, aquel viejo conocedor, y sus lacónicas e inmarcesibles anotaciones. Desde aquí animo a comprarla y a coleccionarla.
Estoy avergonzado, sí cómo no, por no haber conocido esta revista mucho antes y compartir la increíble filosofía del toro, de sus personas, de sus sensaciones, de todo ese universo auténtico que gravita en esas dehesas perdidas en el infinito de la memoria, y ese trabajo geológico nos lo pone ahora en bandeja André Viard, ante el que me descubro porque he llorado leyendo la libreta de José Doblado, aquel viejo conocedor, y sus lacónicas e inmarcesibles anotaciones. Desde aquí animo a comprarla y a coleccionarla.