El joven picador Juan Luis Rivas, que iba a actuar el miércoles en Calahorra a las órdenes de Eduardo Gallo en la primera corrida de toros de la temporada riojana (suspendida por el mal estado del ruedo), falleció el mismo día en un accidente de tráfico cuando regresaba a su domicilio salmantino. Se da la circunstancia de que el varilarguero, de 21 años, se había incorporado a la cuadrilla de Eduardo Gallo la pasada temporada tras la trágica muerte de su padre, que decidió quitarse la vida el mes de junio de 2009, precisamente al día siguiente de torear una corrida con Eduardo Gallo en Las Ventas. En una nota de prensa emitida por la Asociación Nacional de Mayorales se relata que el accidente se produjo en la carretera que une Robliza con Matilla de los Caños, a unos 40 kilómetros de la capital salmantina sobre las 21 horas del miércoles: «Al parecer, el coche se salió de la carretera en una curva quedando herido el torero». Sin embargo, a Juan Luis Rivas le dio tiempo a llamar a su novia por teléfono y decirle que se había salido de la carretera cerca de Matilla, «pero ahí se corta la conversación y cuando llegaron a socorrerle ya había fallecido». Juan Luis Rivas, que también ejercía como mayoral en la divisa de Juan Luis Fraile, era hijo de varilarguero y su abuelo fue conocedor del Marqués de Albayada, sobrino del que fuera el legendario mayoral de Atanasio Fernández, Fidel Rivas, y también sobrino del ya jubilado varilarguero Ángel y su primo Angelito, toda una verdadera dinastía de picadores y mayorales del campo charro. Tal y como relata el periodista salmantino Paco Cañamero, «se trataba de un extraordinario profesional y miembro de una familia muy conocida en el campo bravo de Salamanca, donde tenía el respeto de profesionales y ganaderos por su trayectoria y su humildad». Paco Cañamero cuenta que su padre había sido un «brillantísimo profesional que comenzó a curtirse, nada menos, que con 'El Viti'. Justo a finales de 1979, cuando el maestro de Vitigudino colgó el vestido de torear y para matar el gusanillo era invitado a tomar parte en algún festival. Entonces, siempre llamaba al muchacho de Amador, el de Mozarvitos, que quería ser picador y ya apuntaba maneras de su grandeza en el campo». Después, llegó el paso al profesionalismo y acompañó a muchos toreros, como Julio Robles, Roberto Domínguez (con el que vivió la brillante etapa de su reaparición de 1987-1992), Uceda Leal, Javier Castaño y Eduardo Gallo... «Con todos ellos dejó el aroma de la pureza de su toreo campero. En tantos años de actividad, toda España, Francia y América lo aplaudió y la mejor prueba de ello son los muchos trofeos que guardaba en sus estanterías como reflejo de su éxito». El joven picador fallecido debutó el año pasado con Eduardo Gallo y este año iba a ser su primera temporada completa a sus órdenes.
o Esta información la he publicado hoy en Diario La Rioja; la foto es cortesía de Tribuna de Salamanca y obra de C. M. Perelétegui.