o Este artículo lo he publicado hoy en Diario La Rioja en una serie que aparece los jueves y que se denomina Mira por dónde.
jueves, 11 de febrero de 2010
ZAPATERO CON PIZARRO AL FONDO
La verdad es que aunque le doy muchas vueltas al personaje, todavía no tengo claro dónde situar al presidente del Gobierno. Mis amigos más escépticos dicen que se trata de un ser un punto menos que estrafalario que lee el Deuteronomio por las noches y que cuando cierra los ojos se sueña como una especie de Obama blanco que ofrece derechos y libertades por doquier mientras su país se sume en una crisis, ésta vez sí, de proporciones interplanetarias. Mis otros amigos valoran de José Luis su excepcional vocación por la libertad y la alta consideración y estima que provocan en su corazón los demás, los otros. La crisis es un efecto sobrevenido en su mandato ante la que carece de responsabilidad y además tiene las manos atadas por el carácter internacional de la misma y la necesidad irrenunciable de mantener el gasto social para ayudar a sobrevivir a las capas más desfavorecidas de la sociedad. ¿Existen dos Zapateros acaso? Me pregunto. Todo depende de qué periódico leas, me contesta otro amigo que me recuerda que José Luis es rehén de sus prejuicios, de su falta de liderazgo para asumir retos y que sólo le mueve un afán estadístico para sobrevivir en las encuestas. Otro colega, sin embargo, apuesta por el matiz social y pedagógico de su gobierno y confía en que los brotes verdes sean en poco tiempo realidades palpables. Yo, lo confieso, no sé muy bien qué pensar de José Luis, aunque sí tengo claro que sus discursos son de espuma y se deshacen en un souflé de desconsuelos en los que sólo afloran hallazgos simbólicos como «el buenas noches y buena suerte» o el de la tierra que «sólo pertenece al viento». Eso sí, lo que pienso de Rajoy se lo pueden preguntar a Pizarro. ¿Se acuerdan?