o Este artículo lo he publicado hoy en Diario La Rioja en una serie que aparece los jueves y que se titula Mira por dónde.
jueves, 25 de febrero de 2010
NO TENGO ENTRADAS
No tengo entradas para ver a José Tomás ni me voy a poder hacer rico revendiéndolas si las tuviera. No las tengo, en realidad nadie las tiene porque se ha generado tanta locura con la llegada del maestro al 'Arnedo Arena' que parece más una aparición del Mesías que de un torero; y José Tomás es un torero, un tipo que remueve conciencias por la capacidad brutal que tiene para concitar en torno a sí todas las perspectivas, todas las ilusiones, todos los arrebatos. Pero es sólo y al fin y al cabo un torero, y lleva montera y ofrece naturales de ensueño en los que pone su corazón y su femoral en cada empeño. Pero es un torero, nada más que un torero. Me cuentan que en Arnedo se están preparando brigadillas con DNI para apostarse a las puertas del Teatro Cervantes antes de que el sábado se ponga el sol con el fin de lograr los ansiados boletos y muchos traficar con ellos. Algunos creen que se van a hacer de oro revendiendo localidades pero con su ansia de pelas lo que van a lograr es espantar a la gente de buen corazón que quiere entradas para ver torear, no comprar para revender al mejor postor, ni para hacerse rico de un día para otro. Si piensan que vendrán jeques o millonarios de Chicago para quitárselas de las manos están equivocados, tanto tráfico produce espanto y lo que debiera ser una inauguración universal no puede caer en la psicosis fría del mercadeo ruin donde entra el que más tiene, o los que más carnés han logrado recolectar entre amigos, parientes y conocidos. La última vez que José Tomás estuvo en Santander los reventas se quedaron con muchas entradas en las manos. Habían aguantado el papel hasta el último minuto engordando el precio en porcentajes inmorales. El que piense que José Tomás le va a hacer rico lo tiene crudo.