Mayte Martín es una cantaora que posee una rara fragilidad, un complejísimo y delicado mecanismo con el que es capaz de transformar el dramatismo del cante jondo en una sinfonía de matices y expresiones con los que reconfortar el espíritu y las ambiciones. Sin duda es una mujer terrenal (de hecho nació en Barcelona) pero su voz parece transportada desde el mismo cielo, desde cualquiera de las nueve esferas de Dante. El concierto, que abrió con una bellísima petenera -cante al que se le tachó de maldito y de traer mal fario-, no tuvo ni la más escueta concesión para la galería, y aunque hubo momentos de cierta planicie o de parsimoniosa lentitud, las cotas elevadas las trajo la cantaora en unas guajiras absolutamente deliciosas, labradas a golpe de compás y espíritu y de ese gracejo inmemorial del espíritu de Marchena y de La Ñina de los Peines. Porque Mayte Martín ni actúa ni sobreactúa y tuvo la inmensa virtud de ir conquistando al auditorio en un concierto cabal y maduro en el que por momentos dejó matices de una maestría cantaora trufada de esa sonoridad suya que discurre de lo frágil a lo rotundo en medio compás, como en ese final abandolao de la Malagueña de las campanas o el garrotín preciso y seco que algún crítico le pareció en un día de invierno cante chico. ¡Cuánta inmisericordia!
Pero detengámonos en la guajira, en la magia de un cante ecléctico que se fue a la América colonial en el XIX en grandes barcos de vapor, y regresó mestizo y lleno de caña de azúcar desde Cuba. Y Mayte lo reconstruyó con tanta sensibilidad que pareció por momentos un paseo por el malecón cuando cinterpretó la hermosísima cubana. Cantó por siguiriya, por cantiñas dedicadas a nuestro Chano Lobato, se dio una vuelta por Huelva para hacer una tanda de fandangos y acabó por bulería, dicha con una exactitud casi genética, sin improvisaciones, sin dejar que ni una mota de polvo se interfiera entre la magnitud creativa de su flamenco y su corazón entregado a la maravilla de la percepción sonora. Terminó con su canción 'Ten cuidao'. Y se fue una vez más triunfadora, dejándonos la pena de que hoy ya no actúe en el Bretón.
o Mayte Martín (voz); Juan Ramón Caro (guitarra). Teatro Bretón de Logroño; jueves 14 de enero de 2010. Esta crónica la he publicado hoy en Diario La Rioja.