A estas alturas cuestionar la trascendencia artística de José Tomás en el toreo me parece tan desafortunado como poner en un brete a Ferrán Adriá en la gastronomía; sólo hace falta darse una vueltecita por el mundo, salir del huevo y dejarse impregnar por los aires cosmopolitas del exterior para que no haga efecto en nosotros la indignación de tanto mirarnos al ombligo de nuestra mediocridad
José Tomás ha tenido que soportar desde que reapareció en 2007 toda suerte de penosos calificativos: mesías, pesetero, suicida y ahora el último hallazgo, señor de los cuvillos, que viene lanzado desde determinados sectores de la afición intelectual y crítica que ha buscado la trinchera de Enrique Ponce para asestar su furia literaria contra José Tomás, al que se le acusa sistemáticamente de realizar fabulosas campañas de mercadotecnia ante astados sin importancia.
A mí que les guste Enrique Ponce me trae completamente sin cuidado (allá ellos) porque el de Chiva es un torero fabuloso con una hoja de servicios tremenda, pero que ni arrebata ni ha tenido nunca la capacidad para ser un torero marcado ni por el sino de la creación ni por la vulnerabilidad de los gigantescos maestros que ha dado la tauromaquia. (Sí, vulnerabilidad, derrota, vestigios de decadencia). A Ponce es raro verlo enfadado porque su rabia es mínima, pero cuando lo ha hecho ha tocado el cielo como muy pocos toreros en la historia. La pena es que en 20 años de alternativa (20 años en lo más alto) la mayor parte de sus faenas ha estado marcada por lo impoluto, por lo superficial e intrascendente a pesar de la manada de toros indultados, de triunfos, premios, reconocimientos y condecoraciones. Dado su exquisito arte, de Ponce siempre se espera más y ni termina de colmar ni de colmarse. Siempre, excepto cuando se puso en figura, ha estado al margen. Con El Juli, con José Tomás y con Joselito ¿Se acuerdan? Ahora bien, no lo descalifico: es su forma de comprenderse, la de un torero diesel de largo recorrido, la que no arrebata. Gran profesional, sin duda, pero rey de la ventaja. Decir Ponce es decir estrategia.
Veamos la última: el mano a mano. José Tomás quiere torear en Barcelona y donde sea con Ponce. Y Ponce también… pero con tele. Es decir, Ponce no quiere torear con José Tomás ¿le tiene miedo? ¿Por qué no se plantea de verdad un mano a mano en la cúspide sin condiciones previas? ¿Está seguro Ponce que JT no coge el guante y se plantea a TVE semejante bombazo? Se paralizaría el país…. En ese caso querría Enrique Ponce rivalizar de verdad con José Tomás o buscaría otra estrategia para esconderse.
Obligaciones morales. Dos torerazos, dos. Seis toros y Barcelona. Televisión y Haití detrás ¿Quién da más? ¿Entonces Ponce diría acaso que juega fuera de casa? No, una figura como él estaría por encima de todo.
Por último. Como me gustaría que los dos apoderados de Ponce y JT se sentaran, buscaran seis toros, llamaran a una tele y fueran capaces ponerse de acuerdo en algo.
Dedicado a uno de Quismondo.