Luis Francisco Esplá, 'Bambino', tal y como lo llaman en su casa, ha dejado los toros. Más de treinta años en la profesión siendo el más peculiar de los matadores dan para muchas historias, guerras,victorias y también derrotas, pero su alma de torero no encuentra parangón en todos los lomos del Cossío, un libro que, a pesar de todo nunca llevó bajo su montera, sólo la cabeza, que no es poco.
«Creo que he llevado la posmodernidad a la fiesta y he sido también un artista conceptual; he tratado de hacer inteligible a los afincionados el toreo y me he afanado en explicar a la vista de todos lo públicos por qué se hacen las cosas a los toros», así explica su concepto el maestro Luis Francisco Esplá, que tras más de treinta temporadas en activo ha decidido este año poner fin a su carrera profesional y, afortunadamente, se pudo despedir de la afición de Logroño haciendo su presentación el 21 de septiembre en la plaza de La Ribera. Su úlma actuación en Logroño data de 1992 y su último paseillo en La Rioja lo realizó en la feria de Alfaro, tarde que compartió cartel con Diego Urdiales y Luis Bolívar para despachar una seria corrida de Baltasar Ibán. Sea como fuere, este singular matador se ha convertido en un personaje más que llamativo dentro de lo rutinario que los timepos actuales han convertido la fiesta del toreo.
Contaba el inolvidable crítico taurino y maestro de periodistas Joaquín Vidal en el prólogo de un libro de Pármeno que «quien se juega la vida gallardamente vestido de fulgurantes alamares debía ser un valor esencial e indiscutido con proyección galáctica, aunque sólo fuera por su naturaleza. Pero la decadencia en que ha caído la personalidad del torero es culpa del propio torero, que ignora la grandeza de su oficio».
Por eso Luis Francisco Esplá es diferente, porque se sabe y se siente torero, porque él mismo dice que lo importante es el toro y desvelar todos sus secretos para exponerlos correctamente con el fin de no despreciarlo. Es más Esplá mantiene que el torero se convierte en una especia de médium dentro de un espectáculo al que concibe como una relación triancular entre el propio espectador, el toro y el torero. Hacer asequibles a los aficionados las actitudes y las posibilidades del toro es para él la clave de este arte. Y va más allá, ya que mantiene -para mayor pasmo del noventa por ciento del mundo del toreo- que todo lo que sea eclipsar los valores del del toro, no sólo va en contra del espectáculo, sino en detrimento incluso del propio torero, de la grandeza de la fiesta.
Una de las grandes cumbres de Luis Francisco Esplá se produjo en la apoteósica tarde del uno de junio de 1982, cuando se convirtió en uno de los indiscutible protagonistas de la lamada ‘corrida de siglo’, aquel inolvidable festejo que paralizó el país gracias al gran juego de los astados de Victorino Martín y a la sensacional tarde que Francisco Ruiz Miguel, el soriano José Luis Palomar y el propio Esplá, que estuvo especialmente inspirado con unos detalles de torería que cautivaron a los aficionados. La corrida levantó tantas pasiones que TVE se vio obligada a repetirla de forma íntegra varios días después.
Y es que el currículo del maestro Esplá ante estos toros de procedencia Albaserrada es sencillamente espectacular: se ha anunciado 66 tardes con ellos, ha lidiado 126 astados con un palmarés de 36 orejas, un rabo, más dos vueltas al ruedo y seis salidas por la puerta grande. Esplá, ademas, ha tenido en la plaza de Las Ventas uno de sus grandes feudos. De hecho, en la Monumental madrileña ha dejado tardes memorables, como aquella de 1999, en la que desorejó por partida doble a un Victorino monumental que momentos antes había mandado a la enfermería a El Califa.
A principios de esta temporada convocó a los medios en Madrid y anunció que se iba de los toros y que la de 2009 sería su última temporada. Las Ventas se preparó en la Feria del Aniversario para la despedida. Y casi como un milagro volvió a demostrarse que el toreo es la fiesta más hermosa y conmovedora del universo. Por eso suceden cosas increíbles y cargadas de justicia poética como su indescriptible despedida de la afición Madrid. Luis Francisco Esplá se fusionó con un toro bravo de Victoriano del Río llamado ‘Beato’ y entre los dos consumaron la más bella conjunción del toreo. Esplá por abajo (y como casi nunca) templando la nobleza, cosiendo con un hilo que no se ve la muleta al morro, por abajo la despedida de cada lance; preciso en el embroque y en la distancia. Esplá en torero y en artista entregado a sí mismo y roto por el toreo. Porque el toreo bueno rompe, desgarra, destroza pero sin inquina; escuece porque llega al alma y el alma es el verdadero patrimonio del artista. Considerado como «Torero de Madrid», Luis Francisco Esplá siempre ha mantenido una relación especial con Las Ventas.
Contando la corrida memorable de su despedida, ha realizado el paseíllo en la Monumental un total de 89 corridas de toros, la primera de ellas en 1977, cuando confirmó la alternativa de manos de Curro Romero, otro maestro esencial para entender las razones íntimas del toreo, de esta fiesta que ya no será nunca la misma con la retirada de Esplá. eo que hay que tener un concepto del torero como espectáculo global no como episodios aislados e inconexos. Ser un lidiador es descubrir el argumento de la lidia, como una línea vertebrada de capítulos concatenados. La lidia de un toro bravo es como una novela que tiene un inicio, un nudo y un desenlace, quien sea capaz de construir la novela de la lidia de manera argumentada y concatenada es un lidiador».
o Esta sensacional instantánea es de Juan Pelegrín y se puede disfrutar con ella en su blog de fotos.