jueves, 29 de octubre de 2009

Corrupción

La política, que no es más que un eufemismo para disimular lo que hacen los políticos, aspira a ordenar todos los matices de la vida ciudadana instalada como nunca en una especie de caos tamizado por un fenómeno llamado corrupción que cada día adquiere matices más rocambolescos. La corrupción no sabe ni de géneros ni de ideologías porque tiene un ritmo transversal que arrastra cuentas bancarias, financiaciones, solares, planes de desarrollo, chivatazos policiales y… topónimos.

La corrupción es más sibilina
, incluso, que lo que piensan nuestros políticos y en el último de los requiebros se ha zampado la ‘L’ de La Coruña sin remisión obligando por ley a desterrar de mapas y libros el artículo en castellano para permitir sólo la ‘A’ de La Coruña. Esta historia es muy vieja y se remonta a una denominada Ley de Normalización Lingüística de los años ochenta que lo que perseguía era ese absurdo al que con un surrealista circunloquio se le denomina inmersión. Es decir, borrar de un plumazo el castellano de esas partes de España donde se hablan dos idiomas obligando a galvanizar la vida y la educación sólo al que pertenece al «hecho diferencial».

Yo me niego y pienso seguir escribiendo La Coruña con ele
, bellísima letra del alfabeto latino que hunde sus raíces en la lambda griega, en la lamed fenicia y según los diccionarios etimológicos, en la mismísima escritura hierática egipcia, que no tengo ni la más remota idea de lo que es pero que me sugiere más autenticidad que el alcalde de La Coruña y demás prebostes del PSOE de Galicia que han sido incapaces de oponerse a los ediles del BNG, tan demócratas ellos y que en el uso y abuso de sus competencias arrasan con los artículos castellanos para que no les confundan con nosotros, los españoles.

o Este artículo lo he publicado hoy en el Diario La Rioja en una serie que sale los jueves y que se titula Mira por dónde.