La música es un lenguaje universal donde se trazan singulares curvas, guiños impredecibles, fantasías sonoras que se multiplican y crecen en cada actuación. La música no entiende de fronteras porque es un hecho espiritual que contradice de raíz conceptos tan manidos como el de la pureza, y además, tan ambiguamente (y machaconamente) ligados a la esfera del flamenco. Lo puro es la autenticidad del artista, no las fuentes en las que bebe. Es más, tengo la sensación de que cuánto más mestizaje (más impureza, al fin), mucho mejor. Y para muestra un botón: el latinjazz de Michel Camilo y el toque almeriense (universal, quiero decir) de Tomatito, un guitarrista reinventado a sí mismo que se codea con un ingente arsenal técnico con músicos como este genial Michel Camilo que cuando tenía cinco años ya había labrado su primera composición y para el que la armonía tiene misterios pero no secretos.
Y el concierto, a pesar de la frialdad de la distancia, fue una verdadera gozada, un placer revivir maravillosos temas como ese Spain prologado por una pildorita del Concierto de Aranjuez, o las bulerías francas del Niño José, tan limpias de artificios pero remarcadas por el insolente ritmo de un teclado multiplicado por cien en cada canción.
Cada uno tiene su corazoncito y el mío se estremeció con el llamado tema de amor de la peli Two Much. No sé, pero al escuchar su delicada melodía, casi invisible, me acuerdo de Bill Evans y aquella balada en la que decía que ya había llegado la primavera. (Spring is here).
o V DRUMMING FESTIVAL Michel Camilo y Tomatito. Piano: Michel Camilo. Guitarra flamenca: Tomatito. Lugar: Palacio de los Deportes de La Rioja (Logroño). Viernes, 4 de septiembre de 2009. Esta crónica la he publicado hoy en Diario La Rioja y la foto es de Diana Gualda.