Hay corridas plúmbeas, entretenidas, desesperantes, grandiosas..., pero en contadas ocasiones se ven festejos tan contradictorios como el de ayer en ‘La Ribera’, donde los toros no atendían a términos medios: o eran encastados y exigentes como los del lote de ‘El Fundi’, especialmente el cuarto –uno de esos morlacos con los que es preciso atravesar la raya proindiviso entre el estar bien o jugarse todo por el todo–, o salían pajunos y vacíos como los dos con los que hubo de pechar Diego Urdiales. No hubo término medio y eso en un espectáculo como éste –situado al final de la feria– arroja un cúmulo de contradiciones más que arbitrario, como ese desencanto final tras la meritoria labor del arnedano con el insufrible sexto, en el que hubo de inventarse una faena más que compuesta ante un mulo huidizo que nada tenía que ver ni con la historia legendaria de este encaste ni con alguno de los astados que saltaron al ruedo en este mismo festejo, como esas dos primeras bellezas grises con las que vimos un Fundi batallador y leal y un Antonio Ferrera escondido tras una muleta llena de precauciones. No salió de detrás de la mata casi nunca y eso que tuvo un lote como para haberse ido a hombros de coso.
Y es que Ferrera torea más con la voz que con los engaños y a pesar de la espectacularidad de sus banderillas, su tauromaquia pica claramente hacia la decadencia. Fundi se encontró con el mejor astado del festejo, el cuarto, un toro llamado Colmenero, serio, muy armado y que exigía que le hicieran todo por abajo. No estuvo mal el maestro de Fuenlabrada pero tampoco quiso dar ese paso necesario para convencerse de que el morlaco, por el pitón izquierdo y con mucha firmeza, guardaba un Potosí. Pero estamos al final de temporada y el silencio sepulcral de su primera faena tampoco debieron motivar en exceso a tan bravo torero.
Acabó la feria regular. ¡Qué alegría saber que hoy nos espera el Joselito y Belmonte del toreo a caballo en un solo ser!
o Esta crónica la he publicado hoy en Diario La Rioja; la foto es de Miguel Pérez-Aradros.