He aquí Gallito, un caballo alucinante, gitano, torero y valiente que ayer me emocionó en la inauguración de la plaza de toros de Nájera. A Gallito es difícil de definirlo, es como un niño, procaz, curioso, imprevisible, auténtico.
Es hermano de Chenel, Silveti y Curro, hijo de Gallo y se lo regaló Pablo Hermoso de Mendoza a Sergio Domínguez cuando era un potro. El centauro riojano ha trabajado lo indecible con él para rebuscar ese más allá que sólo podía encontrarse en un alma torera de verdad.
Y ahora está que se sale. Quiebra en un palmo con inenarrable guapeza, apura el embroque hasta situaciones inverosímiles y subyuga. Estoy como loco por volverlo a ver.
o Esta foto, magistral, es obra de Justo Rodríguez, que aunque me riñe le quiero un huevo (sic).