Confieso que en esto de la economía estoy hecho un pez; pero no puedo comprender cómo Zapatero -es decir, todos nosotros- infló hace unos meses con millones de euros el globo de los bancos renqueantes a causa, dicen, de la crisis financiera internacional, y unos meses después, la superministra Salgado les pida a esos mismos bancos la friolera de otros 10.000 millones de euros para «transformar» la maltrecha economía española. Francamente, no lo entiendo. ¿Serán las mismas montañas de euros? Ahora te los doy a ti y luego me los devuelves tú; parecen decirse mientras las previsiones del FMI sitúan al borde de la catástrofe los principales indicadores de la macroeconomía española, ya que avisan de una retrocesión en el PIB de un 4,2% este año y un 0,9% el próximo. Es decir, que si ahora los parados superan los tres millones y medio de personas, el año que viene podemos enfrentarnos a casi cinco millones. Comunidades como Andalucía y Canarias frisan peligrosamente tasas del 30% de la población activa en la calle y otras como Murcia, Extremadura o Valencia coquetean con el 20%. Y saben, tengo la sensación de que nuestros gobernantes, sean del color que sean (en esto son muy solidarios), andan bastante más preocupados por la supersubvencionada hija de Chaves, por los ternos de Camps y sus bigotudas amistades o porque el ex-jefe de los espías se vaya de pesca a las Seychelles. Nuestra clase política rezuma mediocridad, falta de altura de miras para ofrecer soluciones a una sociedad un tanto anestesiada que quizás prefiera convulsiones megalomediáticas como las de Cristiano Ronaldo antes de plantarse de una vez por todas para sacudir las conciencias. Por eso los políticos van a lo suyo: a la propaganda y a la publicidad.
o Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja en una serie que aparece los jueves y que se titula Mira por dónde.