Estamos la Feria de Pentecôte, en Nimes, y veo a un José Tomás mediterráneo, luminoso, casi impoluto. Su toreo se destila ahora con una ductilidad impensada, pero que envuelve. ¿Es otro José Tomás el de este año? ¿Da la sensación ahora que se impone menos tercamente a los toros? ¿Es un espejismo? O es que el toreo es un estado de ánimo...