Diego Urdiales, sin orejas, volvió a demostrar en Las Ventas su sentimiento torero inventándose una gran faena por la izquierda que no pudo coronar con la espada
La acendrada torería de Diego Urdiales volvió a cautivar a la plaza de Madrid en una tarde marcada por la violencia del viento y la extrema mansedumbre de los toros de Samuel Flores, de bella lámina muchos de ellos y de afiladísimos y desarrollados pitones todo el envío del ganadero manchego. El torero riojano, muy seguro toda la tarde, obtuvo los mejores momentos de toda la corrida por naturales, en medio de un vendaval y frente a un toro de media arrancada al que de manera tan sorprendente como insólita consiguió sonsacar varias series por la izquierda con las que se le entregó Madrid con ese rugido sobrecogedor que sólo es capaz de emitir esta plaza. El toro parecía que no albergaba nada en su impresionante anatomía, coronada, eso sí, por dos pitones interminables, buidos y tan astifinos como un bisturí. Urdiales empezó con mucha suavidad sacándose al samuel al tercio por alto, barriendo los lomos y sin molestar. El remate por abajo preludió una faena importante. Sin embargo, en los medios, por el pitón derecho, la embestida se hizo rocosa con un incómodo cabeceo que impedía el más mínimo lucimiento. Además, al viento le dio por acompañar al trasteo. En el único que no cundió el desánimo, ni el más mínimo desasosiego, fue en Diego, que tiró de recursos sobando al astado hasta que, más cerca de tablas y muy en rectitud con el toro, sacó la izquierda. Y entonces, justo en ese momento, empezó a brotar el toreo. Medida la distancia, comenzó a provocar al toro con el vuelo de su muleta, siempre entregado y pisando los terrenos que tanto gustan en Madrid, en tres tandas en las que sencillamente lo bordó. Por momentos, se tuvo que ayudar con la espada para sujetar el engaño ante la insistencia del viento. Era la única estrategia para mandar en la embestida de un toro que parecía un pozo sin agua pero que merced a la exposición y a la rima natural del toreo, la ligazón, pareció mucho mejor de lo que era.
El secreto de la muleta
¿Y cuál fue el secreto? ¿Dónde residían las razones de aquella transformación? El toreo amigos, el toreo. El matador riojano, seguro y macizo, realizó un auténtico despliegue de técnica conjugada con un valor que se captó a la primera. Firme la planta, los talones enterrados en el albero y el natural hasta el fondo, rematando cada lance atrás para enganchar al toro en esos terceros muletazos con los que crujió Madrid. Y es que a estas alturas el buen toreo, la clase y la hondura de este matador no es ninguna novedad en esta plaza, la más importante del mundo y la más exigente, porque en cada una de sus actuaciones ha ido superando todo lo anterior. Le sonó el primer aviso antes de tomar la pañosa con la derecha para rematar la faena y traerse al toro hacia las rayas. Y brotó, de nuevo, el sabor en dos lances por abajo preciosos. Se cuadró para matar y aunque atacó en rectitud, pinchó en todo lo alto. El toro estaba vencido y el triunfo peludo se le escapó literalmente con el segundo fallo a espadas. Sin embargo, Madrid, toda la plaza puesta en pie, le premió con una ovación clamorosa. No hubo oreja, pero a veces los triunfos no se miden así: habían visto un torero que volvió a marcar las diferencias y eso, en la tauromaquia, pesa como el oro. El segundo de su lote, otro manso integral, se terminó en un suspiro y aunque Diego se metió entre los pitones en una faena valerosa y ceñida, la empresa se antojaba imposible. Y eso que 'El Víctor' y toda la cuadrilla habían labrado una lidia perfecta para ayudar al toro. Pero el animal había echado la persiana sin miramientos. Media estocada en la yema y un descabello lo despenaron. Urdiales lució su capote en dos momentos: por bellos delantales en un quite al cuarto (con una media de cartel) y el saludo al quinto, donde derrochó torería y valor.
El susto y la honradez de Javier Valverde
El resto de la corrida fue lamentable. El mejor toro le correspondió a Domingo López Chaves en segundo lugar de su lote y no se acopló en ningún momento. Javier Valverde, que salió vivo de milagro tras una voltereta feísima del sobrero, se la jugó a carta cabal en sus dos enemigos.
o Plaza de toros Monumental de las Ventas (Madrid). Domingo, 24 de mayo de 2009. 18 º corrida. Lleno de «no hay billetes». Toros de Samuel Flores y Manuela Agustina López Flores (2º, 3º y 6º), muy serios, astifinos y de impresionante cornamenta; un sobrero de Julio de la Puerta, de infames hechuras, manso, descastado y peligroso (6º bis). Domingo López Chaves: silencio tras aviso y silencio. Diego Urdiales: fuerte ovación con saludos tras dos avisos y silencio tras aviso. Javier Valverde: silencio y saludos tras aviso. (Parte médico de Javier Valverde: A la finalización del sexto toro acude a la enfermería el matador de toros Javier Valverde. Tras la exploración oportuna se le encuentra un puntazo en la axila y hemotórax izquierdo. Un puntazo en el tercio superior cara anterior del muslo derecho, así como contusiones múltiples por todo el cuerpo. Pronóstico reservado).
o Crónica publicada hoy en Diario La Rioja; las fotos son de Burladero.com la de arriba y de Paloma Aguilar, la de la trincherilla
o Gloria a un lidiador / El País, por Antonio Lorca
o Urdiales lidió la papeleta / El Correo, por Pedro Mari Azofra
o Lección de lidia y valor de Diego Urdiales / Abc, por Zabala de la Serna