Rosario 'La Tremendita' se salió literalmente el jueves en el escenario del Salón de Columnas del Teatro Bretón. Sacó la escoba y lo barrió todo merced a un delicado, sentido y maravilloso concierto en el que tocó el cielo en dos cantes fulgurantes, en dos de esas bellezas míticas con las que hizo crepitar a una afición que, entusiasmada, se subió al carro en una soleá por bulerías sencillamente memorable y en esa joya de la milonga marchenera, tan preciosista como enrevesada y en la que demostró conocer sin reparo alguno la savia de los cantes, la estructura de cada tercio y el valor del silencio. Porque el cante no es sinónimo de grito; porque el flamenco no tiene que nacer sólo de una garganta, de un poderío. No, el flamenco surge de la llama viva del corazón y nada mejor que el alma es capaz de detenerse en los crespúsculos, en la soledad, en los desamores y en la traición.
Y en este punto, 'La Tremendita' estuvo sencillamente colosal, cantaora, bella, sublime por momentos a pesar de no ser su garganta ni un volcán ni un desafuero. Canta con los tiempos y mece el compás hacia los adentros, rebañando en cada cante la insondable raíz de cada quejido, de los jipíos que hacen del flamenco un arte esencialmente misterioso, con ese punto atávico que lo desliga casi del tiempo. Y eso que en Rosario se aventura una mujer pegada a su época, a una cantaora nacida por afición pero estudiosa de los grandes maestros, de Caracol, de Marchena y ese no sé qué de Enrique Morente que fue desplegando en muchos de sus cantes: en la granaína, en los tangos, en la bellísimas alegrías...
Mujer joven, muy flamenca, que se deja acompañar por un notabilísimo Salvador Gutiérrez, que algunas veces había visto con Carmen Linares y que el jueves en el Bretón dejó momentos de especial sutileza tocaora, de virtuosismo y de lecciones de lo que es la guitarra en el cante.
o XIII Jueves Flamencos del Teatro Bretón de Logroño (Sexto Concierto). Localidades agotadas. Cante: Rosario Guerrero 'La Tremendita'. Toque: Salvador Gutiérrez. Día: Jueves 26 de marzo de 2009. Esta crónica la he publicado hoy en el Diario La Rioja.