Juan Villar se dejó el alma toda en una de esas siguiriyas de la pena negra que cantó como nadie en el fragor de una noche marcada por la épica de la intensidad, por el cante flamenco desnudo y auténtico con el que se enseñoreó del escenario y con el que fue capaz de superar el rubicón de unas facultades que lo convierten por momentos en un ser repleto de fragilidades pero capaz de resolver tercios y coplas con una jondura y un rajo inapelables, con un sentimiento flamenco que produce alteración en los instintos y dolor en el alma. Juan Villar se sabe y sabe a cantaor por los cuatro costados, tal y como demostró en esa soleá cabal de los inicios: buenos presagios tamizados por el dolor de una garganta que a veces se mostraba rebelde pero que daba lo mejor de sí por arriba, como en los remates de la siguiriya de cal y adelfa o en esos fandangos caracoleros de muerte súbita y de temblor infinito. Cante puro, cante jondo, ¡oído al cante!
Juan Villar es de Cádiz pero sabe y huele a esa Triana honda por la solemnidad de su eco, por la absoluta falta de concesiones en sus dramáticos quejíos en los que no hay resquicio para lo que sobra: su cante sabe a rancio, a cuarto de cabales, a Caracol y a Terremoto, cante negro y supino, cante sin más aditamento que la garganta trémula y sonora y la voz rota y machacada tras la asombrosa entrega. A la guitarra el simpar Niño Jero: Jerez y compás todo en uno. Me encantó en la siguiriya, con esos guiños suyos tan característicos y en varias falsetas buleaeras y por los tientos y la soleá. Al final, un extraño acople ensució la nitidez de un tocaor prudente que acompaña de lujo a un cantaor auténtico que se dejó el alma en una noche en la que conmovió a la afición.
o XIII Jueves Flamencos (Quinto concierto). Cante: Juan Villar; Toque: Niño Jero; Lugar: Salón de Columnas del Teatro Bretón (lleno); Día: Jueves 12 de marzo de 2009. (Crítica publicada hoy en Diario La Rioja).