Esta vez la convulsión viene desde dentro. La concesión por parte del Ministerio de Cultura de la Medalla de Oro de las Bellas Artes al matador de toros Francisco Rivera Ordóñez ya fue contestada, a porta gayola por el diestro 'Morante de la Puebla' quien no dudó en calificarla de auténtica vergüenza. A la vergüenza torera invocan el gran maestro retirado Paco Camino y el mismísimo José Tomás, figura máxima, para retornar, carta mediante, las Medallas que el susodicho Ministerio tuvo a bien concederles en 2004 y 2007, respectivamente. Y es que el desatino viene ya desde la indocumentada y surrealista argumentación (sic) del propio ministro César Antonio Molina en la que habla de la técnica, la estética y el reposo adquiridos con los años por el hijo de 'Paquirri'. O le ha aconsejado un japonés o desconoce (lo que es más grave, siendo su responsabilidad la que es) el concepto de arte de Fernando Pessoa: El arte es un esquivarse a hacer o vivir, es la expresión natural de la emoción, distinta de la vida. El arte consiste en hacer sentir a los demás lo que nosotros sentimos, liberarlos de ellos mismos, proponiéndoles nuestra personalidad como una especial liberación.
En los trece años en que Cultura lleva distinguiendo a profesionales de diversos ámbitos con tal galardón, han sido varios los toreros que la han recibido, desde Antonio Ordóñez (abuelo de Rivera) a Ponce, pasando por Curro Romero, El Viti, Pepe Luis Vázquez, Miguel Báez Espuny 'Litri', Álvaro Domecq, Ángel Luis Bienvenida, Manolo Vázquez, Rafael de Paula ,José Mº Manzanares (padre), Juan A. Ruiz 'Espartaco', 'Antoñete' más los mencionados Camino y Tomás y siempre con alborozo de todos aquellos que piensan/pensamos que el toreo es sin duda una de las más bellas artes y que todo reconocimiento que se le tribute no es más que un eslabón más en la cadena que debe unirlo a una sociedad que no deja de recibir mensajes a la contra en nombre del buenismo. Al relance de todo ello, no deja de resultar paradójico que, a nivel administrativo, la Fiesta de los toros dependa del Ministerio de Interior y no del de Cultura, en una reivindicación constante y nunca atendida.
Y ahí le duele. Quizás sea, como apuntan el 'niño sabio de Camas' y el 'monstruo de Galapagar' en su misiva de repudio, que los de la cultura no se enteran demasiado de que el Arte del Toreo es otra cosa y es más, mucho más, que la figura apuesta y aflamencada, las risas y los guiños al tendido (a poder ser, a las barreras ocupadas por distinguidas damas) o el ruedo convertido en pasarela. Puede no ser éste el mejor momento para la desunión entre el mundo taurino.
Los abolicionistas redoblan sus campañas y se avecinan tiempos difíciles a los que no va a ayudar la crisis económica generalizada cuya influencia sobre la infraestructura de la Fiesta aún está por ver en esta temporada que empieza a dar sus primeros pasos pero en la que se intuye una reducción del número de festejos, especialmente aquellos que ya parten del supuesto deficitario hasta ahora paliado por las Administraciones.
Pero esos temores no deben suponer coartada para quienes se ponen la historia y los hechos por montera y, desvirtuando la realidad, no hacen más que socavar los cimientos de un rito único. La fiesta del arte y el valor , la más culta que hay en el mundo, escribió Lorca, se afirma tarde tras tarde con quienes hacen de ella una ceremonia sacrificial en la que se pone la vida en juego, con toro y torero en artística danza de vida y muerte, en efímero haz de luz. El gesto torero de Camino y Tomás , ese "ahí os quedáis", así como las palabras de Morante, les engrandece a ellos y a la Fiesta.