
Y digo esto porque he leído que a un abogado logroñés se le ha ocurrido fundar un empresa llamada ‘Cobrador gitano’ en la que sólo pueden trabajar personas de dicha etnia para ‘gestionar’ impagados: «Son gente muy cualificada, con un manejo de la oratoria que para mí quisiera», asegura el promotor de un negocio en el que según sus palabras «nunca hay amenazas ni aptitudes violentas». Faltaría más.
Sin embargo, no suena bien esta música. No. Porque si hablamos de retórica y oratoria también se le podría haber ocurrido contratar para su empresa cazamorosos a profesores de filosofía, camareros, políticos, testigos de Jehová o periodistas con columna.
Pero no. Sólo pueden trabajar gitanos porque todo el mundo sabe que son perfectos conocedores del lenguaje y te convencen como nadie cuando debes 100.000 euros (es un decir) y no los quieres o no los puedes pagar. Mal asunto. Conviene detenerse, hacer un alto en el camino y respetar a los demás para que no le tachen a uno de oportunista o de chusco.
o Este artículo lo publiqué ayer en Diario La Rioja en una serie que sale los jueves y tiene por título Mira por dónde.