Chenel debe de atisbar el horizonte con su mirada. Es más, seguro que si se lo propone se marca un sudoku entre toro y toro o se enreda divagando con un libro de Jünger o Nietzsche, ‘Así habló Zaratrusta’, por ejemplo. Y es que este precioso caballo reina en la plaza con su prestancia, con su tersura de lino, con ese cabalgar a dos pistas para llevar al toro tan consentido en el estribo que cuando parece que está todo resuelto y que no se puede arriesgar ni una décima más, se enrosca en sí mismo con un ademán flotante y lo vacía con un trincherazo pegado a tablas que a veces tiene la firma y el aroma de Chenel Albadalejo; es decir, de ‘Antoñete’ mismo, aquel torero del mechón blanco con el que Pablo lo bautizó. Y es que Chenel, el caballo, es la ciencia y la esencia, la audacia y la abundancia, y en estos tiempos de crisis da gloria verlo con ese derroche tan suyo de supina torería por el ruedo, con banderillas de luz como espigas aladas, o con esa templanza infinita dando una vuelta cosido a las tablas con el toro clavado en su sino, pero sin llegar a rozarle, pero sin alcanzar ni por asomo la brillante piel castaña donde se cobija. Por eso y porque es un genio, Hermoso de Mendoza cuajó con él en La Ribera un tercio de banderillas con este caballo de caracteres churriguerescos. Porque se antoja imposible o utópico llegar más cerca sin tocar; ajustar más cada embroque entre toro y caballo dando la sensación de que entre ellos no es capaz de colarse por la rendija ni un papelillo de fumar, ni un resquicio para que corriera el aire. Y la plaza rugió entera entre la admiración y la incredulidad. ¿Qué aroma dice? –Esencia de Chenel, pues eso, porque Chenel es un caballo que aturde por su intelectualidad, por su alma de hoplita invencible, que se sabe torero y que flota por los ruedos demostrando que es el Rey, de los caballos, claro. Y es que por faenas como aquella de Logroño, la que hoy nos ocupa, me gusta el torero a caballo. Sí, ya lo sé, pero entre muchos aficionados que se consideran fetén viste mucho decir (y menospreciar a la vez) el denominado número de los caballitos. Y desde luego que todos no son Hermoso de Mendoza ni torean así; faltaría más.
o Así comenzó la intervención que realicé a finales del pasado mes de diciembre en un homenaje que se le tributó a Pablo Hermoso de Mendoza en Bodegas Corcel, de las que el jinete navarro es socio, sitas en Rincón de Soto, y en la que le hicieron, además, socio de honor del Club Taurino de Aldeanueva de Ebro (Enotoro).
o En la fotografía, obra de María Félez, se ve al torero estellés junto a Pedro Sanz, presidente del Gobierno de La Rioja; Víctor Pascual, presidente del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Rioja y el presidente de Enotoro.
o Para seguir leyendo y ver más imágenes de la presentación (tanto de María Félez como de Juan Andrés Hermoso de Mendoza), pinchar aquí.