¿Tarde de toros? Lid, lance, «agonía», en su más estricto y contrastable alcance etimológico. A este lado de la barreta queda el feudo civil de los derechos («he pagado -grita alguien desde el tendido- y tengo derecho a protestar») y la exigencia de las obligaciones («hay que obligar -matiza el convecino- a que se cumpla el reglamento»). Al otro lado del burladero se abre el temible reino de la transgresión y la soledad. Toro y torero se dan a un juego en que la vida del uno corre peligro y está garantizada la muerte del otro. El héroe de la fiesta, en punto tal, es el toro. Puede y debe el matador salir airoso de la lid, del lance, de la «agonía». No así el cornúpeta. Para él no hay opción. Ha de morir inexorablemente, en virtud de una sentencia previamente dictada a espaldas de sus naturales apetencias. Igual, exactamente igual que acontecía a los héroes de la tragedia griega. También el torero encarna, sea en segundo grado, la estampa del héroe, a favor de su inquebrantable «moral positiva». Es él quien por su cuenta y riesgo decide pisar la raya que circunscribe y garantiza el orden civil. El es el que osa dar un arrogante paso hacia aquella otra región en que para nada cuenta ya lo exigible o lo demandable. Buena prueba es que está solo, ofreciendo el temple (el del corazón y el de la muleta) a un hermoso animal, ayer bonancible, hoy enfurecido e igualmente solo, ante la expectativa general de una multitud bien nutrida y arropada en su propio griterío, con todas las exigencias y demandas de su lado. Campo abierto a la lid, al lance, a la «agonía», que en lengua griega significa «combate». Necesarias, si no suficientes, dos notas vienen a certificar el designio singular del héroe la «ejemplaridad» y la «perennidad». La primera (signo inequívoco de una arriesgada actividad individual ante el pasivo admirar o disentir de los muchos) es propia y exclusiva del héroe. La otra (índice seguro de divulgación) depende enteramente del poeta. Las hazañas de Aquiles, «el de los pies ligeros», nos llegaron por la sola y clara virtud del canto homérico. Son, por el contrario, «héroes aquellos que, habiendo hollado cimas altaneras de ejemplaridad, no encontraron al poeta que los divulgara y les diera nombre. Singular y ejemplarmente «actúa» el atador en la arena del lance, de la lid, de la «agonía», sin aro aliado que su propia y atrevida «iniciativa», ante la «pasividad» (silenciosa o insultante, complaciente o airada) del público, cuya única opción participativa consiste en la contemplación de lo que otro confía, «suerte» por «suerte», al horizonte de la aventura. El torero «actúa» en plena soledad (en «soledad sonora»), sin más ley que la transgresión de la ley misma que ampara a una concurrencia presta en todo instante a invocar derechos y exigir obligaciones. En ello, y sin más, va su «ejemplaridad», quedando la «perennidad» a merced de voz ajena o disipándose para siempre. ¿Héroes de la tarde? El toro y el torero, y por este orden. La segura sentencia de muerte que pesa sobre aquél hace que su brío reviste en la arena, embestida por embestida, la nota del «protagonista». El riesgo con que el otro sobrepasa la raya de lo debido viene a adornarle, en calidad de «antagonista», de ejemplaridad, a la espera de la voz que divulgue su gesto.
«No te conoce nadie. No. Pero yo te canto./ Yo canto para luego... »
Así de esclarecidos dejó García Lorca ambos extremos en su «Llanto por Ignacio Sánchez Mejías». Extremo por extremo acaba de tener lugar la «agonía» en el ruedo de Colmenar. «Protagonistas» y «antagonistas» (ambas veces derivan de «agonía», cayeron al encuentro. Dejó «Burlero» en la arena del arrastre un surco negro y grana. Amortajado también de grana y negro se nos fue José Cubero «Yiyo». Venga el poeta y cante para luego, para siempre, la «ejemplaridad» de la aventura.
o Este artículo fue publicado en Diario 16 –(09/09/1985)– y lo he encontrado en la web de Santiago Amón, en la que se perfila así su biografía: se incorporó a la primera vanguardia poética de la posguerra colaborando en publicaciones ("Decaulion", "El pájaro de paja", ...) representativas del "postismo", el movimiento más vanguardista de aquel tiempo. Sus primeros ensayos sobre la materia estética ("Virgilio y el impresionismo", "El arte abstracto y la poética de San Juan de la Cruz"...), publicados en la revista "Índice", datan de los años cincuenta. Entre sus biografías destaca la dedicada a Giotto, y entre sus monografías, la escritura acerca del arte de Chillida. Ha colaborado en la práctica totalidad de las revistas de arte españolas y en unas cuantas extranjeras ("Aujour d'hui", "Derriere le miroir", "La architettura" ...), en periódicos tan importantes como "Corriere della sera", y ha prologado exposiciones en las más importantes galerías (Maeght, Marlborough, Claude Bernard ...). Perteneció al grupo fundador del diario "El País", en cuyas páginas ejerció la crítica de arte durante tres años. Ha colaborado en publicaciones de pensamiento (Revista Occidente), de opinión (Cuadernos para el diálogo), de historia (Historia 16), de información internacional (Correo de la UNESCO) y en periódicos nacionales como "ABC", "La Vanguardia", "Las Provincias", "Diario de Mallorca", "Diario Montañés"... Escribía una página semanal sobre urbanismo en "Diario 16". Fundador y director de COMUN (Arte, arquitectura, pensamiento y ciudad), dirigió hasta su desaparición la sección de arte de "Nueva Forma". Ha presentado programas de TVE ("Espacio XX", "Otros lugares y otros caminos"...) y estuvo a cargo de la sección de arte, cultura y patrimonio de "Antena 3". Fue vicepresidente de ADELPHA (Asociación de Defensa Ecológica y del Patrimonio Histórico y Artístico) y del Centro de Estudios Ambrosio de Morales. Premio Nacional, en 1976, a la mejor labor de defensa del Patrimonio Histórico - Artístico llevada a cabo en Prensa. Perteneció a la Junta directiva de ICOMOS (Comité Internacional de Monumentos y Sitios), dependiente de la UNESCO. Profesor ponente de la Universidad libre de Berlín. Profesor en cursos sobre Música Barroca y Rococó de El Escorial, miembro de honor del Instituto Francés de Madrid. Especialista en Picasso, siendo suyo el prólogo de "Guernica" de Juan Larrea. Es autor de la bandera y el escudo de la Comunidad de Madrid. Ha recibido a título póstumo, la Medalla de Oro de la Ciudad de Madrid. (Baracaldo, Vizcaya, 1927 - Valdemanco, Madrid 1988).