El toro indultado en la Monumental, tras ser lidiado por José Tomás, vive una existencia regalada convertido en rey de la dehesa
POR PACO MARCH. LA VANGUARDIA
En tierras del sur, en la que se conoce como ruta del toro, en la ya seca Laguna de la Janda, con pueblos blancos y vivos como Vejer o Medina Sidonia y casi a tocar de Tarifa, previo paso por Barbate y Zahara de los Atunes, las fincas de ganado bravo se ofrecen a la vista del viajero en toda su plenitud en un otoño que, de inicio , está resultando lluvioso para alegría de las gentes y los campos. Hasta allí hemos ido al encuentro de “Idílico” el bravo y noble toro de Núñez del Cuvillo indultado el 21 de septiembre en una Monumental barcelonesa convertida en clamor emocionado , con dieciocho mil almas encendidas después de que José Tomás, llevara la fiesta de los toros a sus más altas cumbres, en una conjunción asombrosa de arte, técnica, valor y misterio con un animal que se ganó el derecho a seguir viviendo durante una lidia ejemplar en todo, en la que la mágica liturgia de una ceremonia sacrificial adquirió, como pocas veces, todo su sentido. El toro en su majestuosa integridad. Esa primera impresión se produce cuando nos adentramos en la finca “El Grullo” una de las cinco divisiones que componen la propiedad, de más de dos mil hectáreas, de Don Joaquín Núñez del Cuvillo y en la que , ya convertido en el “rey” de la dehesa y prácticamente recuperado , sólo a la espera de ganar unos cuantos kilos más, “Idilico” aguarda el momento, quizás diciembre o enero, en que las vacas más selectas reciban sus favores, inicio de una nueva y regalada vida, que puede llegar a los quince o más años, de la que salgan nuevos ejemplares herederos de su bravura y nobleza. A “Idílico”, en las primeras semanas desde su regreso a la finca, rigurosamente controlado y atendido, le han dispuesto un cercado en el que comparte espacio, hierba y agua con becerros casi recentales que le arropan en todo momento entre la curiosidad y la admiración . Cerca y lejos, la placita de tientas, los diferentes cercados en los que pastan becerros, erales, utreros, cuatreños y algún que otro cinqueño, de muy diversos pelajes, diferentes hechuras y encornaduras y, todos, bajo el control sabio, seco, sereno y amable de los vaqueros, hombres rudos, de patillas boca de hacha, de voz ronca y cadenciosa que el ganado siempre entiende, a caballo con la garrocha y motorizados si la ocasión así lo requiere y que, bajo un aparente gesto adusto guardan la sencillez y bonhomía de las gentes sin dobleces, que conocen perfectamente a todos los ejemplares de la ganadería, a los que han visto crecer y nacer y saben de sus costumbres y querencias. Con ellos y Álvaro Núñez Benjumea, uno de los ocho hijos de Don Joaquín y el que comparte con su padre el día a día ganadero, recorremos a lomos de un jeep las grandes extensiones de campo, agradecido a las humedades a la espera del seco invierno precursor de la esplendorosa primavera , ese tiempo en el que los primeros novillos y toros van abandonando la finca, camino de las plazas de las que sólo vuelven quienes, como “Idílico” se lo ganan con su bravura. Frente a frente, a penas separados por un par de metros, nos encontramos a los “madrileños”, es decir, aquellos toros ( alrededor de veinte ) que por su seriedad, trapío y reata, ya están separados para lidiarse en Las Ventas . Más allá, el resto de la camada del “5”, los que con cuatro años en 2009 irán a otras plazas, la mayoría de primera o segunda categoría. Así, entre toros, becerros y vacas de vientre, Cuvillo tiene ahora más de 2500 cabezas de ganado . El toro en el campo es un animal pacífico que gulusmea los pastizales y el resto del dia sestea, recorriendo los campos pasito a pasito y a veces apelotonados en manada por las arboledas. Los vaqueros están atentos a los movimientos de las reses y en ocasiones su tarea consiste en galopar en busca del huidizo. Sin duda, una de las estampas más bonitas que pueden admirarse en una ganadería es el grupo de vacas con los recentales recién paridos a su vera. Ha pasado más de un mes desde que “Idilico” entró en los chiqueros para regresar al campo y ha llegado el momento de que abandone por unas horas a los becerros que lo acogieron para pasear y galopar a campo más abierto. La emoción surca los rostros curtidos y el toro da unos pasos, husmea, anda, corretea y ¡ ya! galopa , busca nuevos amigos más allá de los vallados , posa con orgullo para la cámara y empieza a sentirse en todo su esplendor, intuyendo que lo mejor está por venir. “Mi ideal como ganadero de reses bravas es un toro de lidia que tenga los ojos verdes”, soñó un dia el aristócrata, poeta y ganadero, amigo de la Generación del 27, Fernando Villalón. Era un sueño idílico.
o Traigo a Toroprensa el artículo que ha publicado hoy en el rotativo barcelonés La Vanguardia su crítico taurino Paco March, en el que relata a miles y miles de lectores lo que sucede a un toro tras ser indultado y regresar de nuevo a la dehesa. Además de que la pieza periodística me parece excelente, creo que posee el inmenso valor de publicarse en la sección de Cultura en el periódico líder de Cataluña. Mi enhorabuena a su autor por lo bien que le sientan a la fiesta este tipo de cosas (y más en Cataluña). La foto es también del amigo Paco.
OTROS ARTÍCULOS
o La vida idílica, gracias a José Tomás; Diario de Cádiz (Francisco Orgambides)
o El Harén del toro indultado; El Mundo (María G. Ayuela y Lucas Pérez)
o Indultos de excepción; Las Provincias (Adolfo Llorente)