La pendiente era simplemente durilla para un individuo como el que sonríe ahí encima –bastante sobradito de kilos, por cierto–, que este domingo se armó de valor y se lanzó al monte al reencuentro de una ermita olvidada que lleva más del mil años encaramada en un estratégico mirador natural que se asoma al valle del Cidacos y que separa el curso alto del río de las fértiles tierras de Arnedo. Allí el silencio es tan crudo que casi se mastica y apenas se ve violado por el rumor lejano y casi imperceptible de los automóviles cuando van o vienen de Santa Eulalia a Arnedillo. El camino, a veces impreciso, pero desnudo y yerto, abriga un impresionante nevero –llamado de San Tirso–, y el monte aparece sobresaltado por arbustos bajos y plantas menudas de tomillo, romero y espliego. Solitaria, casi imperceptible, pero ajada, maltratada, escupida y humillada, permanece la ermita prerrománica de Nuestra Señora de Peñalba, una de las más singulares vasijas arquitectónicas de La Rioja y una joya clandestina de nuestro patrimonio. Se trata de un curiosísimo templo mozárabe ordenado en torno a una columna central que sólo se puede comparar en España con San Baudelio de Berlanga. Posee preciosos arcos de traza de herradura y está coronada con otras dos naves minúsculas, una rectangular y otra rematada con un ábside en forma de horno. Como es tan fácil penetrar en su interior (la puerta sólo se protege con una cuerda de tela de saco), el templo padece en su piel todo ese catálogo de vandalismos de los que sólo somos capaces de firmar los hombres contemporáneos. Pero la ermita es robusta y se sostiene merced a su magnífica columna central en forma de palmera que simboliza el paraíso terrenal. Sin embargo, languidece y tan sólo algunos pastores le dan uso como improvisado aprisco en la montaña.
o Este artículo lo he publicado hoy en el Diario La Rioja en una serie que sale los jueves y tiene por nombre Mira por donde, la foto la he encontrado en la web Panoramio, su autor se llama Ebrunet y pinchando aquí se pueden ver más imágenes de la propia ermita.