Juan José Ibarretxe, el atildado lehendakari del Gobierno vasco, amanece cada día con una idea melancólica y antológica. La penúltima ocurrencia es proponer una campaña de denuncias individuales contra España en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo. Y para ello insta a todos y cada uno de los ciudadanos/as de «su país» a que inunden dicho tribunal de reclamaciones quejándose de que Zapatero no le permite hacer un referéndum para salirse de España. Lo más lamentable de todo este asunto es que una y otra vez el lehendakari y prácticamente todo el arco nacionalista de la política vasca une irremediablemente el fin de ETA con la consecución de sus objetivos políticos: diálogo con los terroristas e independencia como único final posible de este camino. Ibarretxe asegura que no poder celebrar la consulta vulnera el Convenio europeo de Derechos Humanos. Es curioso, el ínclito portador de la Makila habla de derechos y no le ruboriza lo más mínimo que su gobierno, a través de la consejería de Joseba Azkárraga, destine este año 218.000 euros para subvencionar las visitas de familiares a los presos de ETA. No hace mucho tiempo el lehendakari dijo que iba a pedir la intervención de la ONU (espero que sin los cascos azules) para mediar en el conflicto. Y para mediar llevaba el dibujo de una niña y hablaba de paz, de reconciliación, de la guerra civil, e incluso de la represión. Tampoco le vi indignado cuando Joseba Egibar dijo que ETA es una organización política que hace uso de técnicas modernas de lucha de minorías contra mayorías. Es decir, que para estos señores del PNV el terrorismo es algo así como una «técnica moderna de lucha» de una minoría (la vasca) aplastada por una mayoría despiadada (la española). A estas alturas de la partida, con dos amnistías generales, no sé cuantos procesos de paz, altos el fuego o ceses de la violencia fallidos y con un número brutal de asesinatos y víctimas a la espaldas, hablar de derechos humanos me parece sencillamente una provocación y una tomadura de pelo. Quizás a estas alturas lo mejor sería demandarle a él. Es decir a usted, señor Ibarretxe.
o Este artículo lo he publicado hoy en Diario La Rioja y corresponde a una serie que aparece los jueves bajo el epígrafe de Mira por donde.