El primer concurso de recortadores con toros en puntas que se celebra en Calahorra se saldó con una masiva asistencia de público y una apurada victoria de Sergio Delgado sobre César García
Sergio Delgado dejó sentado en el ruedo de La Planilla que es un recortador esencialmente puro. De él no se pueden esperar florituras, desplantes o saltos acrobáticos. No. Lo suyo es el quiebro limpio, el ajuste máximo –casi inaudito– entre su anatomía y las arboladuras impresionantes de los astados, que pasan con una velocidad sorprendente a su vera sin inmutarse. Sergio recorta y ni se mira; recorta y se va andando como si tal cosa; recorta y se fuma un puro... Por su parte, César García, de Yunquera de Henares, es un tipo mucho más barroco. En él todo es espectáculo e, incluso, se entretiene en sortear las embestidas mientras despista a las reses con todo tipo de señuelos, entre ellos el leve aletear de un pañuelo que se lo enseñó al toro por aquí, se lo puso por allí y zas, cuando casi nadie imaginaba cómo iba a salir del trance, le pegó el recorte en un baldosín. Y se fue tan pancho mirando al tendido, aclamado por un gentío que disfrutó con sus diabluras. Y aun así se metió en la final por los pelos. Dura tarea tenía por delante el jurado para decidir el campeón definitivo, el que se iba a llevar un curioso trofeo de varios pisos con copa interior y coronado con la cabeza de un toro astifino y desafiante, como los morlacos de la ganadería de Fernández Palacios que fueron corridos ayer. Es más, cuando se dijo el nombre de Sergio Delgado –cuatro veces campeón de España–, afloró algún que otro pito porque a muchos espectadores les había impresionado los bellos fuegos de artificio del recortador alcarreño. Pero los especialistas valoraron más el ajuste que la variedad y la pureza en el corte que el espectáculo
Y la verdad es que el público disfrutó al máximo, la plaza registró más de tres cuartos de su aforo cubierto, y la tarde contó con momentos tan emocionantes como el quiebro con la silla o la suerte de las piernas atadas. De hecho, los recortadores apuran al máximo cada una de las suertes y el trapío de los astados impregna al espectáculo de una seriedad desacostumbrada. Además, la representación riojana dejó patente el nivel de nuestros recortadores tal y como demuestra que Alfonso Muro (Arnedo) quedara tercero y el calagurritano Alfonso Garrido ocupara la cuarta posición del concurso. Hubo momentos impresionantes como los del ‘salto del ángel’, en el que los recortadores quedan suspendidos en paralelo sobre los lomos de los toros, que son burlados una y otra vez. (Artículo publicado hoy eh Diario La Rioja. La foto es de Alfredo Iglesias).