La muerte en los cayucos viene vomitando estrépitos. Nos sonroja escupiendo cada día en los informativos y en las dársenas cuerpos deslabazados en brutales turbamultas en las que se confunden troncos con extremidades, manos con piernas que se enroscan y se desdibujan entre otras manos y otras piernas inertes también sin haber paseado por este paraíso en el que vivimos y al que jamás lograrán arribar con vida. Es la tortura de cada verano, una terrible rutina que deja en los fondos marinos y en los puertos un sinfín de sueños rotos de los esclavos de la cara más terrible de la globalización ¿Acaso puede haber otra? Los inmigrantes mueren en cadena como en Auschwitz; las mafias los agrupan sistemáticamente en bolsas que parecen campos de concentración en lugares remotos como Guinea Bissau, Conakry o Nudibú. A los que no aguantan sencillamente los lanzan al mar, como piedras; da igual que sean bebés o madres, jóvenes en busca de futuro o niños que no comprenden nada de lo que les está pasando. La muerte en verano en el sur de Europa sólo atiende al matemático rumor de las estadísticas, a la brutal diferencia entre los que tenemos y los que tan sólo anhelan el pan de cada día, ese mismo pan que aquí nos sobra y nos es indiferente. Los periódicos relatan que las mafias están empezando a cobrar por dar clases de natación a los emigrantes, y que las pateras que botan los malditos traficantes desde Marruecos no embarcan patrón y por eso la gasolina que llevan es insuficiente para culminar el trayecto. Entonces, las enclencles barquichuelas se quedan al pairo en medio del océano, bajo el sol abrasador que quema la piel y un salitre que reseca unos labios a los que ni el sabor de un beso puede reconfortar. Es la muerte sin ambages. A los que no llegan al cayuco, el reino alhauí los deporta a Oujda, un inhóspito desierto en medio de la nada donde alimentan en silencio el estupor ante la civilización.
o Este artículo lo he publicado hoy en Diario La Rioja y corresponde a una serie que aparece los jueves bajo el epígrafe de Mira por donde. La foto es de Efe.