«José Tomás es el último torero de leyenda que ha dado el toreo». Carlos Abella (Barcelona, 1947) abre así de rotundo su libro, José Tomás. Un torero de leyenda (Alianza, 2008), presentado ayer en Logroño. Frente a sus críticos y en medio de la polvareda de sus extraordinarias actuaciones en Las Ventas, el autor defiende el compromiso ético del diestro de Galapagar, que ha vuelto a los ruedos para asombrar nuevamente con su arte, pureza y valor.
– ¿Qué condiciones reúne José Tomás para ser ya una leyenda?
– Su biografía traspasa el mundo en que se mueve. Todo artista tiene un ámbito de proyección de lo que hace y, en el caso de José Tomás, excede del mundo estrictamente taurino.
– Este libro se debe a su reaparición. ¿Oportunismo editorial?
– Es una propuesta de mi editorial. Ya el año pasado publiqué
– Sabemos por qué ha vuelto, lo ha dicho él mismo: porque no podía seguir viviendo sin torear, porque es para él como un aliento espiritual Pero no sabemos exactamente por qué se retiró, él no lo ha explicado. Pertenece a ese misterio, a esa intriga palaciega del toreo, una sociedad cerrada en la que José Tomás no se sintió cómodo.
– ¿Quién está en su contra?
– Parte del mundo taurino que maneja el negocio y quiere tener todo bajo control. A José Tomás no pueden controlarle ni manipularle, por eso le desacreditan del modo más ruin.
– ¿Su rivalidad con Enrique Ponce tiene que ver con esto?
– Ponce representa lo políticamente correcto, el torero complaciente con el negocio, rentable, el torero del sistema. Pero no es un torero de leyenda. Se ha creído superior, pero José Tomás ha luchado con él en inferioridad de condiciones y le ha ganado donde le tenía que ganar, en el ruedo.
– ¿Le ha causado sorpresa lo ocurrido esas dos tardes en Las Ventas y el revuelo posterior?
– No, porque conozco a José Tomás y sé de lo que es capaz.
– Ha vuelto a demostrar que su toreo se basa en arte y valor.
– Él es el mismo que en los 90. La primera tarde en Las Ventas triunfó indiscutiblemente y sus detractores se tuvieron que rendir ante su demostración de torería. Pero la segunda tarde, en la que fue cogido varias veces, sus críticos aprovecharon para decir que no sabe o que es un suicida.
– ¿Lo es?
– Nada de eso. Lo que ocurre es que él, ante las dificultades, tiene un planteamiento profesional heroico. Donde otros toreos se aliviarían, él se queda quieto; cuando otros toreros no arriesgarían, él lo hace. No pretende escaparse ni justificarse, no se alivia ni en el campo.
– Esa combinación entre pureza y valor sólo puede llevar al triunfo o a la muerte. ¿Acaso no es eso lo que anda buscando?
– Eso es exagerar. No siempre es así. José Tomás sólo busca torear como él cree que hay que torear.
– ¿Corre el riesgo de que el morbo por la tragedia eclipse el interés puramente taurino?
– Si hay morbo no es porque él lo aliente. Él seguirá siendo el mismo suscite el interés que suscite y seguirá toreando igual. Lo cierto es que su regreso ha despertado una emotividad que estaba dormida en los toros.
– Usted es autor de un libro titulado Murieron tan jóvenes; mitos como Marilyn, el Che, Lennon ¿Cree que José Tomás responde al arquetipo de 'vive intensamente y deja un hermoso cadáver'?
- No incluí ningún torero en aquel libro. Belmonte, por ejemplo, ya era una leyenda cuando se pegó un tiro. Yo rechazo que para ser un toreo de leyenda haya que morir joven.
– ¿Dónde radica la extraordinaria personalidad de Tomás?
– En la paradoja de un personaje que renuncia a la potencia de los medios de comunicación y consigue tener un mayor impacto. Eso demuestra la autenticidad de lo que hace. José Tomás no puede ser un impostor.
o Diego Urdiales y Pablo García Mancha explicaron los 'secretos' de José Tomás. La presentación del libro de Carlos Abella, celebrada ayer en la bodega-museo Ontañón, fue un acontecimiento taurino singular porque en ella un torero, el arnedano Diego Urdiales, y el crítico de Diario LA RIOJA Pablo G. Mancha explicaron los fundamentos del toreo de José Tomás. «José Tomás -ha escrito Mancha- ha reaparecido de una forma gloriosa; con una entrega alucinante, con un valor magnífico que le permite torear mejor que antes, con más lentitud, con más belleza. Ah, pero eso se paga; siempre se ha pagado en la tauromaquia: los grandes toreros están cosidos a cornadas; están remendados como un pantalón de la posguerra». Un torero de leyenda contiene varias citas de Mancha, con quien Abella dice sintonizar a la perfección en su manera de entender el arte taurino. Para el crítico riojano, es «un gran honor» verse incluido en el libro de un escritor «tan consolidado y respetado». Y ha resultado una experiencia muy interesante emular a José Tomás con el capote y la muleta de Urdiales.
– Su biografía traspasa el mundo en que se mueve. Todo artista tiene un ámbito de proyección de lo que hace y, en el caso de José Tomás, excede del mundo estrictamente taurino.
– Este libro se debe a su reaparición. ¿Oportunismo editorial?
– Es una propuesta de mi editorial. Ya el año pasado publiqué
De Manolete a José Tomás y eso significa que hay un asunto que interesa al público. Por tanto, ¿oportunista? no lo sé. Oportuno, sí.
– ¿Por qué se retiró y por qué ha vuelto José Tomás?– Sabemos por qué ha vuelto, lo ha dicho él mismo: porque no podía seguir viviendo sin torear, porque es para él como un aliento espiritual Pero no sabemos exactamente por qué se retiró, él no lo ha explicado. Pertenece a ese misterio, a esa intriga palaciega del toreo, una sociedad cerrada en la que José Tomás no se sintió cómodo.
– ¿Quién está en su contra?
– Parte del mundo taurino que maneja el negocio y quiere tener todo bajo control. A José Tomás no pueden controlarle ni manipularle, por eso le desacreditan del modo más ruin.
– ¿Su rivalidad con Enrique Ponce tiene que ver con esto?
– Ponce representa lo políticamente correcto, el torero complaciente con el negocio, rentable, el torero del sistema. Pero no es un torero de leyenda. Se ha creído superior, pero José Tomás ha luchado con él en inferioridad de condiciones y le ha ganado donde le tenía que ganar, en el ruedo.
– ¿Le ha causado sorpresa lo ocurrido esas dos tardes en Las Ventas y el revuelo posterior?
– No, porque conozco a José Tomás y sé de lo que es capaz.
– Ha vuelto a demostrar que su toreo se basa en arte y valor.
– Él es el mismo que en los 90. La primera tarde en Las Ventas triunfó indiscutiblemente y sus detractores se tuvieron que rendir ante su demostración de torería. Pero la segunda tarde, en la que fue cogido varias veces, sus críticos aprovecharon para decir que no sabe o que es un suicida.
– ¿Lo es?
– Nada de eso. Lo que ocurre es que él, ante las dificultades, tiene un planteamiento profesional heroico. Donde otros toreos se aliviarían, él se queda quieto; cuando otros toreros no arriesgarían, él lo hace. No pretende escaparse ni justificarse, no se alivia ni en el campo.
– Esa combinación entre pureza y valor sólo puede llevar al triunfo o a la muerte. ¿Acaso no es eso lo que anda buscando?
– Eso es exagerar. No siempre es así. José Tomás sólo busca torear como él cree que hay que torear.
– ¿Corre el riesgo de que el morbo por la tragedia eclipse el interés puramente taurino?
– Si hay morbo no es porque él lo aliente. Él seguirá siendo el mismo suscite el interés que suscite y seguirá toreando igual. Lo cierto es que su regreso ha despertado una emotividad que estaba dormida en los toros.
– Usted es autor de un libro titulado Murieron tan jóvenes; mitos como Marilyn, el Che, Lennon ¿Cree que José Tomás responde al arquetipo de 'vive intensamente y deja un hermoso cadáver'?
- No incluí ningún torero en aquel libro. Belmonte, por ejemplo, ya era una leyenda cuando se pegó un tiro. Yo rechazo que para ser un toreo de leyenda haya que morir joven.
– ¿Dónde radica la extraordinaria personalidad de Tomás?
– En la paradoja de un personaje que renuncia a la potencia de los medios de comunicación y consigue tener un mayor impacto. Eso demuestra la autenticidad de lo que hace. José Tomás no puede ser un impostor.
o Diego Urdiales y Pablo García Mancha explicaron los 'secretos' de José Tomás. La presentación del libro de Carlos Abella, celebrada ayer en la bodega-museo Ontañón, fue un acontecimiento taurino singular porque en ella un torero, el arnedano Diego Urdiales, y el crítico de Diario LA RIOJA Pablo G. Mancha explicaron los fundamentos del toreo de José Tomás. «José Tomás -ha escrito Mancha- ha reaparecido de una forma gloriosa; con una entrega alucinante, con un valor magnífico que le permite torear mejor que antes, con más lentitud, con más belleza. Ah, pero eso se paga; siempre se ha pagado en la tauromaquia: los grandes toreros están cosidos a cornadas; están remendados como un pantalón de la posguerra». Un torero de leyenda contiene varias citas de Mancha, con quien Abella dice sintonizar a la perfección en su manera de entender el arte taurino. Para el crítico riojano, es «un gran honor» verse incluido en el libro de un escritor «tan consolidado y respetado». Y ha resultado una experiencia muy interesante emular a José Tomás con el capote y la muleta de Urdiales.