Fernando Sánchez Dragó abomina de la «locura colectiva» desatada con la selección y asegura que «sigo sintiéndome español sólo por dos cosas: la lengua y las corridas de toros»
Fernando Sánchez Dragó, que estuvo ayer en Logroño para participar en la presentación del libro El Vino y los dioses, obra de José Fermín Hernández Lázaro y editado por Bodegas Ontañón y el Gobierno de La Rioja, no tiene ningún reparo en reconocer que la última vez que vio un partido de fútbol se remonta a 1964: «Por aquella época me encontraba bajo arresto domiciliario por antifranquista y fue el del célebre gol de Marcelino contra Rusia, que precisamente era el equipo que quería que ganase». Y no es que ahora se identifique ni con Tardá ni con Erkoreka (los diputados nacionalistas que apostaron por el combinado ruso), lo que sucede es que «me siento muy alejado del pandemonium que se ha montado con el dichoso fútbol».
– ¿Qué le parece la catarsis colectiva que está provocando la selección en la sociedad española?
– La verdad es que soy un lobo solitario y no consigo identificarme con nada que tenga carácter colectivo, ni equipos ni banderas. Decía Ortega que el hombre cuando se agrupa deja de ser persona y se convierte en hombre-masa, que es lo que estamos viendo estos días por las calles. Ahora bien, yo no creo que sea catarsis colectiva bañarse en la Cibeles y arrancarle un brazo, o dar gritos de salvajes pintarrajeandose la cara como un indio al ataque. Es más, lo que he sentido es bastante vergüenza ajena y no me parece bien que el Príncipe y Doña Letizia se pongan a dar brincos en televisión porque España marque un gol. Eso es perder la compostura que se espera de los que están llamados a ser los futuros Reyes de España.
– Y no le preocupa coincidir aunque sea sólo en eso con Tardá o Erkoreka...
– Es que tengo una idea muy vaga sobre la procedencia esos señores. Es más, si hubiera seguido presentando ‘Diario de la Noche’ no hubiera hablado de este partido.
– ¿Y de José Tomás?
– Desde luego; ya lo he hecho en varias ocasiones porque es lo que más me gusta del mundo.
– Pero los toros también tienen mucho de colectivo...
– Sí pero en ellos sí existe la catarsis. Son un sacramento; no son un espectáculo ni un deporte, y aunque tengan un poco de todas estas cosas, los toros son el único rito religioso del mundo antiguo que pervive en la actualidad. En esta España abominable que nos rodea por todas partes, en esta España cainita, vulgar, adocenada y plebeya, me sigo sintiendo español sólo por dos cosas. La primera es la lengua española, que es la patria de todo el mundo, y la segunda, los toros, porque gusten o no, tan carpetovetónicos son los taurinos como los antitaurinos. Todos reaccionan con la misma emoción y vehemencia. Los toros es lo único que nos queda de la nobleza del mundo antiguo, de la tarea del héroe, de Aquiles y Héctor combatiendo frente a los muros de Troya. Por eso me parece increíble que hayan sobrevivido en España y que el regreso de José Tomás haya tensado la piel del tambor otra vez y se haya vuelto a hablar de ellos fuera del reducto de la propia afición.
– La gente de izquierda le cataloga de facha. ¿Qué cree que piensan de usted los fachas?
– Me da lo mismo. A mí lo que me importa es lo que digo, lo que hago y lo que pienso y no las etiquetas que los sectarios me van colocando a su gusto. En estos momentos si alguien me pregunta qué es un facha le diría que facha es aquel que llama facha a otro.
o Entrevista publicada hoy en Diario La Rioja; la foto es de Fernando Díaz.