martes, 8 de abril de 2008

Más de Juan Pedro; el coñazo no tiene fin

Otra corrida lamentable en Sevilla: toros indecentes, impresentables por chicos y lavados; lamentables por manipulados e indignos de salir a una de las plazas más importantes del mundo y en su abono señero, una de esas ferias cruciales que marcan el devenir de la temporada y si ésta va a ser la tónica, estamos apañados. Juan Pedro Domecq, una tarde más, en el disparadero, a pesar de que Duendecillo –de impresentable y anovillada lámina– dejara demostrar a Manzanares su singular empaque. Pero, sin duda, esta faena no puede hacer olvidar ni la basura enviada por Juan Pedro a Sevilla (animales que se parecen a un toro lo que Chikilicuatre a un cantante), ni lo que es todavía peor, que queda otra más para el viernes, con Curro Díaz, El Cid y Perera en el cartel (Yo, si fuera uno de ellos, objetaba). Es impresionante hasta donde puede llegar la desvergüenza de los taurinos. Por cierto, buena faena, con momentos bellos, delicados, pero sin la emoción del toro. Enrique Ponce pasó en blanco y Castella, como sin recursos, con escasa inteligencia y amontonado. Quiere dar el bombazo para cobrar más por esas plazas de Dios y ya van dos tardes para el olvido. Él verá, pero empeñarse en salir a los medios con el ventarrón es de locos y mantener la porfía allí, de descerebrados. De todas formas, el espigado torero de Arlés dista bastante del que asustó hace dos y tres temporadas; no sé, parece que va de artista, con la cabellera al viento, con un terno negro azabache como el carbón, pero sin torear. Y es que para torear conviene enfrentarse a un toro, no a despojos de marca...

o Preciosa foto de Arjona, con la cruz que hizo Sebastián Castella en el albero maestrante antes de comenzar el paseillo.

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