viernes, 4 de abril de 2008
Diego Urdiales: amigo mío y torero
Llego ahora a ver la repetición de la corrida de Torrealta. Lancea Javier Conde con esa floritura suya tan rococó que no termina de convencerme (bueno, ni termina ni empieza). Sigo viendo la faena y alucino con el segundo de su lote: bravo e importante. Y claro, con la impotencia del malagueño, con su falta de ambición, con su aflamencada incompetencia... Sin embargo, mientras se perfila y arrea chicotazos pienso en Diego Urdiales: amigo mío y torero, que se había ganado por derecho propio estar en San Isidro –iba a matar la de Dolores Aguirre– y lo han quitado por motivos indecentes, indecorosos y bastardos. No puedo decir otra cosa y más después de contemplar cómo algunos desprecian el sueño que otros añoran.