Volvía Diego Urdiales a los ruedos de La Rioja tras su triunfo en la pasada feria de San Mateo; regresaba con el afán de seguir demostrando su valía como torero y se las vio con dos de esos matadores que pasean sus nombres por las principales ferias de España. Era una tarde importante para él porque cada paseíllo significa una nueva puerta que abrir, un reto diferente que abordar. Además, en el callejón se encontraban sus nuevos apoderados, Javier ‘Chopera’ y Jorge Luguillano. El primer astado del festejo, basto y con cierto cuajo, tuvo cierta calidad y poquita casta. Diego Urdiales basó su actuación en una perfecta colocación y en adelantar la muleta. A partir de ahí, mantuvo el secreto del temple y fue capaz de ir ligando una tanda tras otra con inusitada suavidad, sin un paso atrás y con algún lance de verdadero mértito. El torero riojano, con las zapatillas muy asentadas, llevó al toro por donde quiso. Tras una gran estocada, perfecta de ejecución, pero que quedó levemente desprendida, se le pideron las dos orejas y el presidente estimó oportuno conceder sólo uno de los apéndices. El segundo astado demostró desde el primer momento una gran calidad. Urdiales lo vio pronto y cuajó una tanda de verónicas absolutamente magistral. Las manos muy bajas y fue ganando terreno en cada lance, tanto es así que recibió al toro en tablas y se despidió de él con una media verónica en el platillo. Lo cuidó en extremo en varas, dado que estaba muy justo de fuerzas y fue capaz de sujetarlo con la muleta al principio, para después, mediada la faena, lancearlo con sumo gusto por ambos pitones. El torero riojano tenía una oportunidad y no se le podía escapar el triunfo. De hecho, parecía imposible trastear tan bellamemente a un toro de tan pocas fuerzas. Y lo consiguió; se debió al temple, pero lo logró. Se fue tras la espada con enorme convicción y esta vez dejó un espadazo fulminante en la yema que tiró al toro sin puntilla. POr su parte, tanto César Jiménez, que tuvo el mejor toro de la corrida, como Salvador Vega, adoptaron una actitud indolente toda la tarde: ayunos de valor, sin ambición y como si la cosa no fuera con ellos. Digo yo que será porque lo han conseguido todo en el toreo y no encuentran metas que les motiven. La foto es de Alfredo Iglesias y corresponde a la faena al primer toro de la tarde.
o Toros de San Miguel, primero, tercero y quinto, y de Hermanos Martínez Pedrés, segundo, cuarto y sexto, mal presentados y muy flojos. El mejor el quinto. Diego Urdiales: oreja y oreja. César Jiménez: silencio en ambos. Salvador Vega: silencio en su lote. Plaza de toros de Calahorra: más de media plaza en tarde de agradable temperatura. Domingo, 2 de marzo de 2008.