Mirad que joya. Me ha asaltado esta mañana de ese increíble baúl de los recuerdos llamado 'Rito y geografía del cante'. Mirad el toque alucinante de un Moraíto infantil, de un Moraíto ya maravilloso que coquetea con la guitarra como si llevara toda la vida asido al mástil. Y de Antonio de la Malena, que siendo un crío, canta como un viejo, llora como un viejo y se duele como un viejo. Mas no hay mentira, no hay más que sentimiento, raíz flamenca, compás heredado de sus mayores, que lo miran con respeto. Me encantan las imágenes, su sabor, las viejas, los jóvenes que cuchichean y admiran, que escuchan el cante, y las gitanas guapas como la lumbre, como la soledad, como el silencio. Es el flamenco en estado puro, sin atriles ni comentaristas; es el cante, algo que me conmueve siempre, que me conmueve como nunca.