En algunas ocasiones el flamenco hace crepitar y se despoja de lo innecesario para penetrar desnudo en las alcobas del corazón. Algunas veces, el cante abruma por su sensatez, por su equilibrio, por su fuerza y cómo no, por su furia ancestral, por una suerte de mecanismos rítmicos y melódicos que hacen que en una misma estrofa el eco se multiplique en una profusión indescriptible de sensaciones. Y así estuvo Marina Heredia el jueves, magistral, sublime, como una diosa del cante que fue capaz de transportar a la concurrencia donde quiso y como quiso sin despeinarse, a pesar de que alcanzara con su garganta momentos de una altura brutal, magnífica, como en la malagueña precisa, como en la soleá, como en una selección de tangos morunos sencillamente memorable o en los fandangos, casi susurrados, para terminar después con unos del Alosno tan sutiles que parecían dibujados con una pluma de carmín. Marina Heredia es una mujer que impone por su elegancia en el escenario, por su belleza y por una mano izquierda de seda capaz de gobernar el concierto en todo momento a su antojo, por encima de peticiones o de modas monocordes. Y Marina se expresó con flamencura de principio a fin e impregnó todo su discurrir de ese magnetismo que hace que el cante se vaya precipitando gota a gota, sin violencia, pero empapándolo todo de una tenue claridad, tanto en la cuidada selección de los estilos (hubo rumores de Camarón, de la Niña de los Peines, de Encarnación Fernández...) como en la belleza de las letras que fueron aflorando en un compás trazado con inusitada maestría por Luis Mariano, que dejó sobre el tapete del Bretón una actuación sencillamente extraordinaria, atrevida, fresca y capaz de cautivar a un público, que al final, puesto en pie, despidió a ambos entre una algarabía de vivas y sentidos olés.
o XII Jueves Flamencos de Salón de Columnas del Teatro Bretón de Logroño. Segundo concierto. (localidades agotadas). Cante: Marina Heredia. Toque: Luis Mariano. 31 de enero de 2008. (Artículo publicado hoy en Diario La Rioja. Foto: Alfredo Iglesias).