Qué hay en la mirada de un torero, en su aliento. Qué hay en ese momento en el que impone su ánimo al de la bestia y le dicta un compás casi milagroso. Por qué se es torero; qué se persigue; qué razón absoluta empuja al hombre y a su voluntad a saber que puede acceder a un rito la mayoría de las veces incomprensible. Se es torero, se sueña, se piensa, se muere torero y cuando cierra los ojos sigue divisando en su interior muletazos fríos como el acero y derrotes secos que acechan el alma. Qué hay en la mirada de un torero que tan pocas veces alcanzo a entender; qué sucede en su interior cuando aparece el miedo insolayable a la muerte, al dolor, al fracaso. Todo asido a una tela, a una técnica tan sutil que sólo es válida cuando la mente no se nubla por el pavor. ¿Qué hay en la mirada de un torero?
o Torero, de Álvaro Reja