Los toreros riojanos Diego Urdiales y Sergio Domínguez preparan a fondo la temporada de 2008, su año más ilusionante
Diego Urdiales y Sergio Domímgez –principales toreros riojanos en el gran escalafón– despidieron el año en el programa taurino de Punto Radio La Rioja: «2007 ha sido una temporada inolvidable, un año irrepetible, porque a pesar de que sólo he participado en tres corridas y dos festivales, sucedieron cosas impresionantes y luego, encima, todo lo del indulto de ‘Molinito’ en Logroño el día de San Mateo». Sergio Domínguez, por su parte, acabó la temporada con medio centenar de actuaciones: «El año empezó fatal y en marzo pensé, incluso, en que se podía acabar todo con la lesión del hombro. Sin embargo, las cosas poco a poco se fueron arreglando y en la corrida de Tudela empecé a notar sensaciones muy buenas, que se contrastaron en plazas como Calahorra o Palma de Mallorca, donde cuajé uno de los mejores tercios de banderillas de toda mi vida. Pero el momento más apasionante lo viví en Lisboa, en la cuna del rejoneo, cuando confirmé la altenativa en la plaza de Campo Pequenho». Y 2008 llega para los dos repleto de grandes ilusiones y casi como una pirueta del destino, ambos comenzarán la temporada el tres de febrero: Diego Urdiales en Colombia –en su debut como matador de toros en América– y Sergio Domínguez en Atarfe (Granada), donde participará en la última de las semifinales de un trofeo internacional de jóvenes rejoneadores que será televisado por varias cadenas autonómicas. Pero hay más, ya que ambos toreros cuentan con solventes apoderados que les proporcionarán oportunidades para demostrar su valía: «Mi gran ilusión es estar en ferias como San Isidro y contar con la posibilidad de disfrutar de una temporada más larga». Por su parte, Sergio Domínguez también aspira a estar en Madrid, aunque espera rematar el año de nuevo con unas cincuenta corridas: «Mi reto es ir superandome y entrar en más ferias de primera categoría; ésa es mi gran esperanza».
o El bello apunte que acompaña este texto es obra de Carmelo Bayo, que cuando no tiene cerca festejos taurinos para fotografiarlos lo que hace es soñarlos con su plumilla.