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Qué más da una soleá, unos tanguillos o unos zapateados. Qué importancia puede tener que el flamenco a ‘Musi’ le brote del corazón cuando las personas son vilmente asesinadas porque sí, porque no, o porque le da la gana a una pandilla de iluminados que dice actuar en nombre de un pueblo. El flamenco, la música, la cultura, son hijos del pueblo y parece un insulto que el mismo pueblo, la misma libertad, puedan ser evocadas para asesinar con la maldita rutina con la que lo hacen estos sicarios y todos los que les acompañan, disculpan o legitiman.
Me resulta imposible hablar de la preciosa e intimista rondeña que desgranó este Amador de Zaragoza; explicar la sutileza del discurrir de sus dedos por el teclado, sus pausas coloristas, la ternura de sus diálogos con la percusión o la brillante travesera de Simón Fernández.
Lo siento, pero no me pregunten si me gustó la taranta de ‘Konfu’ o el apoteósico baile de David Jiménez. No me pregunten si la guitarra sonó o no sonó como mandan los cánones. Todo palidece ante la barbarie, todo carece de importancia cuando el único grito que merece la pena ser entonado sólo tiene dos palabras: «¡Basta ya!».
o II ciclo flamenco de bodegas riojanas. Tercer y último concierto. Piano: Enrique Amador ‘Musi’. Percusiones y compás: Jesús ‘El Patas’ y Josúe Barrés. Guitarra: Rubén Jiménez. Flauta: Simón Fernández. Cante y baile: ‘Konfu’ Hernández y David Jiménez. Auditorio de Bodegas Riojanas, en Cenicero: Lleno. Viernes 30 de noviembre de 2007. Artículo publicado hoy en Diario La Rioja. La foto me la ha cedido gentilmente José Ramón Frías, corresponsal de nuestro periódico en Cenicero.