Bodegas Riojanas recuperó el jueves el flamenco en su coquetísimo auditorio de Cenicero, y lo hizo por todo lo alto. El cantaor Juan Pinilla, ultimísima Lámpara Minera de la Unión, desgranó un concierto profuso, repleto de matices y con la intensidad propia de una persona que ama y estudia el flamenco, que conoce la poesía popular del cante pero que también se estremece con José Hierro o nuestro Buscarini, al que citó sin ambages y sin dárselas de nada. Y así fue su recital, un verdadero paseo por las fuentes del Flamenco, desde Juan Breva a ‘El Carbonerillo’, que cantaba casi llorando, se diría que susurrando las coplas.
Y lo cierto es que este joven granadino demostró poseer un conocimiento enciclopédico de los estilos, pero más allá de su saber y de su capacidad pedagógica para enseñar el cante, destaca su forma de sentir cada palo. Cantó por levantes e hizo una levantica prodigiosa, al igual que en los paseos que realizó por los cantes abandolaos de Málaga. Sin embargo, llegó la caña, la bellísima caña flamenca, y se olvidó del academicismo para acordarse del viejo Rafael Romero ‘El Gallina’. Y Pinilla se sintió cantaor con la maravillosa fragancia que desprendían las naves de barricas inundándolo todo. Para este cronista fue la cumbre de una noche larga y compleja como un mapa-mundi. Juan Pinilla es un cantaor insultantemente joven, posee sensibilidad, gracia y espíritu; ama el flamenco y hace que a su alrededor dimane esa sensación de sobriedad y armonía en la que Luis Mariano, con su magnífica guitarra, nos hizo levitar.
o II Ciclo Flamenco de Bodegas Riojanas. Cante: Juan Pinilla; toque: Luis Mariano. Auditorio de Bodegas Riojanas en Cenicero: Lleno. Jueves 15 de noviembre de 2007