Zuloaga o la torería
«Si no hubiera sido un buen pintor habría sido un mal torero», solía decir Ignacio Zuloaga (1870-1945), que llegó a hacer su presentación como novillero, anunciándose con el nombre de ‘El Pintor’ en Sevilla. Ignacio Zuloaga nació en Eibar (Guipúcoa) y era hijo de un escultor ornamentista. Disconforme con el estilo imperante se fue a París, donde no le llegó el impresionismo. Tras una estancia en Londres, terminó trabajando en Sevilla y Segovia. Su estilo se caracteriza por un tono sombrío en sus colores, aunque algunas de sus obras, enraizadas en uns tradición muy española, recuerdan al Greco, Velázquez y Goya. En todas ellas impera la profundidad de su estilo y la reciedumbre de su vigorosa personalidad. Estando en Sevilla se aficiona a los toros.Quizás le hierva la sangre juvenil por el trato con gente de la tauromaquia. En el barrio de San Bernardo, junto a la puerta de la Carne, el diestro sevillano Manuel Carmona abrió escuela en un placita preparada por él y allí acudió Zuloaga. Dicen que llegó a matar diecisiete toros y que el que iba a ser el decimoctavo le retiró definitivamente del arte de Cúchares. En el verano de 1924 realizó los tres retratos de Belmonte, símbolo en el toreo, hombre con gran formación intelectual y amante de la cultura literaria. Belmonte y Zuloaga se admiraban mutuamente y la amistad que se profesaron con muy pocos fue manifestada en tan alta estima. Transcribe Lafuente Ferrari en su gran obra sobre Zuloaga una carta de Belmonte al escultor Sebastián Miranda, en la que analiza las dotes del pintor ante los astados conservadas aún en los años postreros de su vida, llegando a manifestar, «creo que Ignacio Zuloaga hubiese cambiado toda su pintura por haber matado en la plaza de toros de Madrid un toro, en la corrida de la Beneficencia, y verle rodar con las cuatro patas al alto y el tendido lleno de pañuelos pidiendo la oreja». La afición y la amistad le llevaron a retratar a Albaicín, Domingo Ortega, ‘Manolete’, ‘El Chepa’ y a su antiguo amigo de la época sevillana, Ángel Carmona.
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«Si no hubiera sido un buen pintor habría sido un mal torero», solía decir Ignacio Zuloaga (1870-1945), que llegó a hacer su presentación como novillero, anunciándose con el nombre de ‘El Pintor’ en Sevilla. Ignacio Zuloaga nació en Eibar (Guipúcoa) y era hijo de un escultor ornamentista. Disconforme con el estilo imperante se fue a París, donde no le llegó el impresionismo. Tras una estancia en Londres, terminó trabajando en Sevilla y Segovia. Su estilo se caracteriza por un tono sombrío en sus colores, aunque algunas de sus obras, enraizadas en uns tradición muy española, recuerdan al Greco, Velázquez y Goya. En todas ellas impera la profundidad de su estilo y la reciedumbre de su vigorosa personalidad. Estando en Sevilla se aficiona a los toros.Quizás le hierva la sangre juvenil por el trato con gente de la tauromaquia. En el barrio de San Bernardo, junto a la puerta de la Carne, el diestro sevillano Manuel Carmona abrió escuela en un placita preparada por él y allí acudió Zuloaga. Dicen que llegó a matar diecisiete toros y que el que iba a ser el decimoctavo le retiró definitivamente del arte de Cúchares. En el verano de 1924 realizó los tres retratos de Belmonte, símbolo en el toreo, hombre con gran formación intelectual y amante de la cultura literaria. Belmonte y Zuloaga se admiraban mutuamente y la amistad que se profesaron con muy pocos fue manifestada en tan alta estima. Transcribe Lafuente Ferrari en su gran obra sobre Zuloaga una carta de Belmonte al escultor Sebastián Miranda, en la que analiza las dotes del pintor ante los astados conservadas aún en los años postreros de su vida, llegando a manifestar, «creo que Ignacio Zuloaga hubiese cambiado toda su pintura por haber matado en la plaza de toros de Madrid un toro, en la corrida de la Beneficencia, y verle rodar con las cuatro patas al alto y el tendido lleno de pañuelos pidiendo la oreja». La afición y la amistad le llevaron a retratar a Albaicín, Domingo Ortega, ‘Manolete’, ‘El Chepa’ y a su antiguo amigo de la época sevillana, Ángel Carmona.
